domingo, agosto 10, 2008

Una vez

“(…)
Falling slowly, eyes that know me
And I can't go back
Moods that take me and erase me
And I'm painted black
You have suffered enough
And warred with yourself
It's time that you won
(…)”


Tomen lápiz y papel y apunten tres nombres: John Carney, Glen Hansard y Markéta Irglová.

Ellos tres son los artífices de “Once”, película musical que viene a demostrar (una vez más) que el buen cine no se hace con grandes presupuestos, caras conocidas y megalomaníacas campañas de marketing. Lo que cuenta es el talento. Y estas tres personas, un director y dos músicos/actores, lo tienen a espuertas.

“Once” narra la historia de Glen, músico callejero (además de reparador de aspiradoras en el negocio de su padre), y Markéta, inmigrante checa que vende rosas en la calle (e hija de un violinista, que le enseñó a tocar el piano). Ambos se conocen fortuitamente en Dublín y de su encuentro surge una sinergia apabullante, tanto en el plano musical como en el puramente emocional.

Y ya está. Ése es todo el argumento del film.

Porque “Once” no es una película complicada. Está rodada con cuatro duros, utilizando iluminación natural y actores amateurs. Estoy convencido de que las localizaciones son los negocios y hogares del círculo de amistades de Carney, Hansard e Irglová. La banda sonora está interpretada utilizando los instrumentos mínimos que emplea cualquier formación de pop-rock actual (por modesta que ésta sea) y el trabajo de dirección es tan sencillo como efectivo (si quieres presentar a dos personajes hablando en un café, plantas la cámara delante de ellos y dejas que reciten sus diálogos, así de simple).

Lo que hace que “Once” se meriende con patatas a “Chicago”, “El fantasma de la ópera” o “Sweeney Todd” (por poner tres ejemplos recientes de musicales hipertrofiados) es un repertorio de canciones sencillamente perfecto y una capacidad desbordante de transmitir sentimientos. Y ambos factores, al igual que los personajes que protagonizan la película, estarían cojos el uno sin el otro. Las composiciones de Hansard e Irglová son bellísimas, pero por sí solas no justificarían la existencia de una película (sí, por supuesto, de un excelente álbum de música). El argumento, la historia de amor/amistad/conexión (quizás ésta sea la palabra más importante, “conexión”) entre los protagonistas, responde a un patrón visto ya una y mil veces (tiene muchos puntos en común, por ejemplo, con la también brillante “Lost in translation” de Sofia Coppola) y sería insuficiente si fuera el único pilar sobre el que se edificase la película. Pero juntas, música e historia consiguen un prodigio de conexión (de nuevo la palabra clave) con el espectador, que por momentos no puede dar crédito al hecho de que algo tan sencillo, tan simple y atávico, consiga despertar su romanticismo más oculto y anegar su incrédulos ojos con la neblina que precede a la lágrima.

“Once” te hace reír, te hace pensar, te pone un nudo en la garganta y te hace soñar. Te llena los oídos con canciones hermosas y, cuando acaba, hace que te apetezca descolgar el teléfono para llamar a ese ser querido y decirle simplemente “hola”, o “te quiero”, o “ven y abrázame”.

“Once” es cine escrito con minúsculas que resuena en letra capital.




[Por cierto, la canción que abre esta entrada es “Falling slowly", uno de los mejores temas de la B.S.O., que además acompaña a una de las escenas clave de la película. Ganó el Oscar a la mejor canción original en la edición de 2008.]

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hacia tiempo que una película no me emocionaba...ya tenía bastante emoción mi vida...todas las canciones me "mueven por dentro" pero escucha "everytime",increible...
te quiero...

El Barón Rampante dijo...

Vaya! así que no soy el único que la vio! Teniendo en cuenta el reducido público que había en el Compostela por aquel entonces hasta pensé que pasaría desapercibida para muchos santiagueses...
Es una película increíble, comparto todo lo que has dicho en el post. De hecho no es que la película funcione A PESAR de la falta de medios técnicos, es precisamente por esa falta de "maquillaje", esa naturalidad y espontaneidad en cada escena que la película consigue llegar directamente a la médula emocional del espectador... No tienes la sensación de que esa gente esté actuando para nadie, es como si tu estuvieses allí viendo transcurrir sus vidas.
Y es verdad, esta película demuestra mejor que ningún musical la inexplicable fuerza que la música otorga a las palabras y las palabras a la música cuando una y otra se unen en su propósito de expresión. Es una comunión perfecta de música, palabra e imagen que permite transmitir lo que de otra manera resulta intransmisible. Por eso cuando sales de la película tienes la sensación de que te han contado el milagro de la existencia sin edulcorantes, conservantes ni colorantes...
un saludo!

Jero Piñeiro dijo...

Anónima: escuchada "Everytime". Huelgo comentar nada aquí, hay cosas que mejor las hablamos en persona (o lo más parecido a "en persona" que se pueda). Eso sí, acabo de ver que Britney Spears ha hecho una versión del tema y me han entrado ganas de prenderle fuego al mundo...

Barón: yo no la vi en cine, lástima. Me la pasó la anónima de dos líneas atrás. Absolutamente cierto todo lo que dices. Disfruto mucho viendo estas películas de presupuestos mínimos que consiguen transmitir mucho más que las grandes superproducciones que abarrotan las salas de los multicines (aunque siempre hay excepciones, claro). Si te gustan los musicales hechos con poco dinero y mucho talento no puedes perderte "Hedwig and the angry inch", aunque es otro rollo totalmente distinto (y quizás ya la hayas visto). Un saludo!

La Hysterica. dijo...

q asco de fotolog, no me deja comentarte, asi q nada, copio y pego jeje:



jajajajjajaa

pues el resto, algunas son así, otras son dibujitos a linea sin color, y hay mucho texto tb, así q ya te las pasaré algún día para q les eches un ojo. Qué serán, relatos eróticos? cuánta curiosidad..!!
Ah bueno! y tb hay un montón de anuncios, algunos con foto, que no tienen desperdicio!!

Jero Piñeiro dijo...

Hysterica: abajo fotolog! Arriba blogger! Pues qué suerte la tuya, menudo regalazo. A ver si puedo leer esos textos y descifro sus eróticos planteamientos, jajaja...

entre líneas dijo...

estoy totalmente de acuerdo, Once es una película "terrenal", de lugares comunes,de emociones y sentimientos corrinetes,habituales..."globales".Once eres tú y soy yo.Once es todo el mundo.Porque todos tenemos una banda sonora en nuestra vida, y probablemente tenga más que ver con este tipo de música que con la de cualquier musical hollywoodense.