lunes, abril 04, 2011

El feliz Invierno del mal lector

“Cuando se juega al juego de tronos sólo se puede ganar o morir”.

Cersei Lannister


No soy lo que se dice un buen lector. No tanto por cantidad como por... llamémosle convicción. Intento seleccionar mucho mis lecturas para no perder el tiempo con títulos intrascendentes, así que en lugar de empaparme de “un poco de todo”, como realmente hacen los buenos lectores (esos que devoran cuanta letra impresa cae en sus manos y luego, sí, juzgan en consonancia con los méritos del texto), sigo una serie de reglas que me ayudan a esclarecer qué obras tienen prioridad en mi Torre de Lecturas Pendientes (léase con voz de ultratumba) y cuáles ni siquiera tienen un lugar reservado en la misma.

Por lo de pronto, casi nunca leo novelas recientes. Salvo en el caso de autores muy concretos (Auster, Baricco), tengo la impresión de que ya hay demasiados buenos libros publicados desde antes de que yo naciera (desde Homero hasta Orwell, milenios de gran literatura nos contemplan) como para dar preferencia al último éxito literario de valía no contrastada. No habiendo leído a Flaubert, Melville, Hugo, Goethe, Cervantes, Chateaubriand, Lampedusa o Joyce, ¿qué sentido tiene dedicarle 2.000 páginas de mi atención a “Los hombres que soñaban con un bidón de gasolina en el palacio de las corrientes de aire”?


Por otro lado, hay géneros a los que apenas me acerco. Llamadlo prejuicio, si queréis. Debería leer más terror y ciencia-ficción, pero exceptuando los grandes nombres que todos hemos oído una y mil veces (Lovecraft, Asimov, Bradbury, K. Dick), me resulta imposible separar, a priori, la paja del grano. Sí, ya sé que para ser un buen lector hay que correr riesgos de vez en cuando. Lanzarse a ciegas al interior de un libro y descubrir por nosotros mismos si nos gusta o nos espanta. Pero ya digo que yo no soy un buen lector. No es una excusa, es un hecho. De todos los géneros del amplio abanico que ofrece la literatura, el que menos me atrae es la fantasía heroica. No recuerdo haber leído absolutamente nada del ramo (ni tan siquiera al laureado Tolkien) y, honestamente, jamás lo he echado en falta. Tampoco en cine o en viñetas me interesan demasiado las desventuras de caballeros, enanos, trolls, elfos y dragones. En el Séptimo Arte, sólo “Conan el bárbaro”, el “Excalibur” de John Boorman y la trilogía de “El Señor de los Anillos” me han parecido cintas realmente memorables. En el Noveno, poco he leído y menos aún me ha entusiasmado. Mi título favorito, sin duda, es el “Bone” de Jeff Smith: cientos de páginas de fantasía y aventuras que combinan la épica de Aragorn, Frodo y compañía con la ternura y el sentido del humor del “Pogo” de Walt Kelly. Hace años comencé a coleccionar el “Berserk” de Kentaro Miura, un manga violentísimo (cada tres páginas decapitaban a algún pobre campesino y violaban a su mujer, a sus hijas, a su abuela y, si la ocasión lo requería, a sus ovejas), pero lo abandoné cuando empezó a parecerse más a la saga de videojuegos “Final Fantasy” que a “Los señores del acero” de Paul Verhoeven. No obstante, siempre he tenido curiosidad por saber cómo continuaba la historia más allá del tomo 24 en que la dejé...


Finalmente, y esto ya es una cuestión estrictamente personal, tengo por norma no leer dos novelas seguidas de un mismo autor ni de una temática parecida. Considero que cambiar de registro y estilo en cada nueva lectura es un sano ejercicio mental que ayuda a mantenerse abierto a cualquier tipo de propuesta, con tal de que ésta esté bien desarrollada. A veces cuesta un poco cambiar el chip (pasar de Ayn Rand a Dostoievski puede resultar durillo), pero tras las primeras decenas de páginas, uno acaba acostumbrándose.

Supongo que a estas alturas os preguntaréis a dónde quiero ir a parar con todo esto y por qué las portadas de “Canción de hielo y fuego” adornan una entrada en la que aún no he mencionado ni uno solo de los libros que la componen. Comprensible.


Pues, y he aquí el quid de la cuestión, resulta que el escritor George R. R. Martin me ha obligado a pasarme por el forro mis habituales reglas en lo concerniente a la literatura. Apenas necesitó dos capítulos (el prólogo y el primero propiamente dicho) de su novela “Juego de tronos” para embaucarme totalmente y hacer que cayese perdidamente enamorado de un libro 1) publicado en 1996 2) de fantasía heroica y 3) que forma parte de una saga de 7 entregas.

Inconcebible.

La sinopsis impresa en la solapa interior de la edición que obra en mi poder es bastante precisa: “En un mundo donde las estaciones pueden durar decenios y donde las tierras del norte, más allá del Muro, ocultan seres míticos y temibles, Lord Eddard Stark se enfrentará en la corte del rey Robert Baratheon (más conocido por sus enemigos como el Usurpador) a una enrevesada trama de secretos y traiciones que pondrán en peligro no sólo su vida, y la de su familia y vasallos, sino también la frágil paz que parecía haberse impuesto en el reino tras la última guerra. Y mientras las intrigas y la traición se ciernen sobre el Rey, en el norte, del otro lado del Muro, extraños acontecimientos alertan a la Guardia de la Noche contra una amenaza olvidada que espera la llegada del invierno para resurgir”.

¿Y qué hago yo leyendo esto?


Baste decir que “Juego de tronos” fue un inesperado regalo navideño por parte de mi familia madrileña. Yo le seguía la pista desde lejos, es verdad, pero la flagrante manera en que incumplía todas las reglas antes mentadas, su desorbitada extensión (sólo la primera novela de la saga ya ronda las 800 páginas) y el hecho de que la Torre de Lecturas Pendientes (voz de ultratumba de nuevo) ya era más o menos de mi misma estatura, eran condicionantes que me echaban irremisiblemente para atrás. Ni siquiera la proximidad de una adaptación en forma de serie televisiva de la mano de mi admirada HBO (la misma cadena que puso ante mis ojos y oídos maravillas como “Hermanos de sangre”, “Los Soprano”, “Deadwood”, “The Wire”, “Six feet under” o “Boardwalk Empire”... ¡cielos, esta gente se merece mi agradecimiento eterno!) conseguía hacer que mis convicciones literarias se tambaleasen. Pero me la regalaron y, cuando de pronto me vi en disposición de empezar un nuevo libro, comencé a leerla con cierta desconfianza. Era lo propio, supongo, dado que una vez empezase a emitirse la serie de televisión ya no querría saber nada de su versión impresa, y tanto daría que hubiese tirado el libro regalado a la basura.


Dos capítulos, como he dicho, tardó Martin (el señor con pinta de Papá Noel esquizoide comedor de langostas de la foto) en venderme la moto. Y a partir de ahí fue un no parar. De leer, se entiende. Lo cierto es que me ventilé esas primeras 800 páginas de “Canción de hielo y fuego” a una velocidad que no recuerdo haber imprimido jamás a ninguna otra lectura (tal vez a “El conde de Montecristo” o “Musashi”... tal vez). “Choque de reyes”, segunda entrega de la saga, reposa ya sobre mi mesilla de noche. La compré cuando aún me quedaban un par de cientos de páginas para terminar “Juego de tronos”, en previsión de que tardaría poco en despacharlas y sabiendo que no querría quedarme huérfano de lectura en el momento preciso en que eso sucediera. Un día, una noche entera sin saber de los Stark, los Targaryen y los malditos (malditos y tres veces malditos) Lannister sería demasiado para mi doblegada voluntad lectora.

Estoy, sí, enganchado.


“Canción de hielo y fuego” posee esa rara condición adictiva de seriales como “Lost” o tebeos como “Los muertos vivientes”, que te obliga a continuar explorando sus derroteros argumentales, minimizando las interrupciones y olvidándote de tu realidad más inmediata para hacerte perder el sueño (preocupantemente, dado que uno ya tiene una vida real a la que hacer frente, maldita sea) por los destinos de sus ficticios protagonistas. Su estilo sencillo y directo sirve plenamente a ese propósito. Que nadie se espere la prosa exquisita y compleja de un Borges o un Cortázar; Martin no tiene tiempo para florituras más allá de breves apuntes heráldicos en la vestimenta de sus personajes. Los diálogos son ágiles y muy cinematográficos (no en vano su autor se curtió una larga temporada escribiendo guiones para televisión, en producciones como “En los límites de la realidad”) y los protagonistas van sobrados de carisma y están psicológicamente bien definidos. Pululan por las páginas de esta novela río (hermoso eufemismo de culebrón) docenas de personajes, cada uno con una historia personal más increíble y fascinante que el anterior (aquí cabe de todo: odios entre hermanos, amores ocultos, hijos inesperados, rocambolescas conspiraciones urdidas por quien uno menos se lo espera), vertebrando entre todos un folletín medieval en el que lo fantástico no pasa de la anécdota (al menos en el millar de páginas que llevo leídas) y las pasiones humanas (cuanto más bajas mejor) priman sobre el recurso a lo sobrenatural y la épica de cartón-piedra.

Poco más puedo añadir sin destripar los pormenores de una narración de la que es mejor saber lo justo para así poder ir desgranándola al tiempo que uno pasa frenéticamente las páginas y se lleva las manos a la cabeza cada vez que Martin nos sorprende con otro de sus inesperados giros argumentales. Miles de páginas aún en el horizonte prometen ofrecerme una primavera memorable en los reinos de Poniente.

Aunque, como reza el lema de la Casa de los Stark, “se acerca el Invierno”. Y yo feliz.


P.D.: la HBO ha puesto a disposición de los navegantes de internet un vídeo con los 15 primeros minutos del piloto de "Juego de tronos", que se corresponden con el prólogo de la novela y parte del primer capítulo. Para quienes no conozcan el libro, se trata de un adelanto de lo más suculento. Para los que lo hemos leído, de la promesa de una adaptación realmente lograda (esos caminantes blancos...) En lo que a mí respecta, esta versión catódica de "Juego de tronos" es, hoy por hoy, el estreno audiovisual (tanto me da cine que televisión) más esperado del 2011. Podéis ver el vídeo aquí.

11 comentarios:

Octavio B. (señor punch) dijo...

Jero, como sabes, tu caso es una reproducción al pie de la letra de mi experiencia hace un par de años: desinterés por el género y enganche absoluto y admirativo con el primer libro de Martin, descubierto en un artículo de Público. es 2º mantiene el tono, se ralentiza y lo aparqué momentáneamente, pero no porque no me guste, sino por tiempo (y eso, no avanza, pero claro, leer menos de 200 páginas de un tocho de 1000, es no haber leido gran cosa)

Jero Piñeiro dijo...

Pues sí, acabo de de releer las entradas de tu blog sobre los libros y la serie (en una incluso comenté yo) y básicamente dices lo mismito que yo (en algunos casos incluso de forma literal, se me habrán quedado tus palabras grabadas en el inconsciente) pero dando la mitad de rodeos, jejeje. Sí recordaba que "Juego de tronos" te había gustado mucho y que lo recomendabas encarecidamente desde el punto de vista de una persona totalmente ajena al género. La verdad es que yo lo empecé con cierto "miedo" por si me metía en un berenjenal tipo "Dragonlance" (que no he leído, pero que no me da buenas vibraciones) y mi sorpresa ha sido mayúscula. Eso sí, ¿cómo has conseguido soltar el segundo tomo? Porque yo debo ir más o menos por donde tú lo dejaste (página ciento y pico) y ya estoy deseando que llegue la noche para meterme en la cama con él y leer hasta caerme de sueño, jajaja...

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Veo que tu tambien has caído XD
Si ahora estás enganchado, ya verás en un par de tomos.. no tendrás uñas que morder!

quela dijo...

Puf, me lo leí por influencia de mi hermano :D (agradecida estoy) pero ya hace tiempo, tanto que me lo leí en el portatil descargándolos (no muy bien traducidos) porque no había aún el libro en castellano.
Bikos y aunque no me manifiesto mucho por aquí ultimamente no dejo de ver el abismo cada segundo día ;)

charlie furilo dijo...

Ahora si que no me queda ninguna duda. ¡Me los tengo que leer!

Jero Piñeiro dijo...

Hector: lo que no tengo muy claro es cómo soportáis la espera de "Danza de dragones" los que ya habéis leído los cuatro títulos anteriores... ;)

Quela: me alegra saber que sigues pasándote por aquí de cuando en vez, eres una de mis lectoras más "históricas" :D Pues la traducción de la edición de Gigamesh, sin conocer la versión inglesa, me da la impresión de que está bastante currada, sobre todo porque la adaptación de los nombres es muy bonita (Winterfell es Invernalia, Westeros es Poniente... todo suena muy épico y al tiempo tradicional/atávico). Bicos!

Charlie: yo creo que éste puede ser otro caso más de coincidencia total entre nuestras opiniones. Ultra recomendado por mi parte (y más sabiendo que llevas un tiempo manifestando tus dudas sobre leerlo o no; ya ves que yo estaba un poco en las mismas y el resultado no podría haber sido más satisfactorio). Eso sí: ¡cuidado que engancha!

Qwerty McQwerty dijo...

¡Hola! Llevo un buen tiempo leyendo tu blog y aunque nunca me había animado a comentar allá voy.

Antes de nada felicitarte por el blog, la verdad es que es una gozada lo trabajadas que están todas las entrada.

Y segundo, y aunque no vaya muy a cuento con la temática de la publicación (no soy gran aficionado a la literatura fantástica y mi carrera, filosofía, me obliga a escoger con mucho cuidado mis lecturas ocasionales debido al volumen de obras que debo leer por año) me gustaria recomendarte que vieses 'Bored to Death', que es también de la HBO y si no la has visto te aseguró que te parecerá una gozada, y a ver si leo un día de estos un análisis de la misma por aquí que debo decir me parece muy interesante como los realizas.

¡Un saludo y a seguir así!

Jero Piñeiro dijo...

Kike: bienvenido y muchísimas gracias por los elogios. Cómo mola que le tiren flores a uno, jejeje. Primero, te diré algo que seguramente te responden muchísimo cuando le dices a la gente lo que estudias: a mí también me hubiera encantado estudiar filosofía. Es un cliché, lo sé, pero era mi asignatura preferida en el instituto y siempre me he sentido atraído por los grandes autores clásicos (mi favorito era Kant, aunque Nietzsche es más rock star de la filosofía, jejeje). Entiendo además lo mucho que debe costar meterse a la fuerza los libros escritos por esta gente (yo aún tengo "Así habló Zaratustra" por la mitad porque no es precisamente ligerito), pero te recomiendo que cuando tengas una época menos apretada con los estudios (unas vacaciones de verano, por ejemplo) le des una oportunidad a "Canción de hielo y fuego". Además, entra como el agua y se lee en un suspiro.

Por otro lado, "Bored to death" me llamó la atención cuando empezó a emitirse (además la protagoniza Jason Swarz... eh, como se llame), pero tengo tantas series en la recámara ("Mad Men", "Roma", "Breaking Bad", "Treme", "The Corner", "Battlestar Galactica", retomar "In treatment"... buffff) que no sé cuándo me pondré con ella. De todos modos, queda convenientemente anotada tu recomendación :)

Finalmente: leo en tu perfil que eres de Pontevedra y estudias ¿en Santiago? (eso lo supongo, porque es donde está la Facultad de Filosofía más cercana) Yo viví varios años en Santiago (mi hermano vive allí y sigue siendo mi centro de operaciones cuando vuelvo a Galicia) y estudié Publicidad en Pontevedra. En fin, que me ha entrado nostalgia al ver, en tu blog (muy majo, por cierto, a ver si le echo un ojo más detenidamente), ése billete de tren Pontevedra-Santiago ticado por un revisor con intenciones de lo más sospechosas...

Un saludo y a seguir así ambos :)

Gatoni dijo...

No te voy a mentir, no me he leído el post (aun) pero he visto el primer capítulo... grgergererg (momento baba a lo Homer Simpson...)
Ya tengo a Rubén pidiendo los libros y diciendo, todos los días, que es su santo para que se los regale jejeje
Biquiños primos!!

Jero Piñeiro dijo...

Yo aún no he visto el primer capítulo, pero por lo poco que sí vi, tiene pinta de ser otro éxito rotundo de la HBO (al menos en cuanto a calidad). Caerá a la vuelta de Semana Santa. No conozco a Rubén, pero espero que le gusten los libros tanto como a mí y a mi hermano (él está acabando el primero, yo voy por la mitad del tercero). Bicos!