martes, octubre 19, 2010

Glen y Markéta. Markéta y Glen.

Os lo dije. Fue hace dos años. Glen Hansard y Markéta Irglová. Retened esos nombres, os dije. Os harán reír y llorar, os harán pensar, os pondrán un nudo en la garganta. Y al terminar harán que os apetezca descolgar el teléfono para llamar a ese ser querido y decirle simplemente “hola”, o “te quiero”, o “ven y abrázame”. No me digáis que no os lo advertí.


Dos años (y un pequeño pico) han pasado desde que los descubrí gracias a la película “Once” que ambos protagonizaron y a la cual otorgaron una banda sonora de enmarcar, de las que funcionan igualmente bien con y sin imágenes (aunque, desde luego, después de las imágenes signifique mucho más). La cinta se había estrenado en 2007 y contenía varias de las canciones que Glen y Markéta habían compuesto para su primer disco común editado en 2006 y titulado, en honor a un libro de Josef Skvorecky, “The Swell Season”.


Tras el éxito de la cinta, Hansard (de origen irlandés) e Irglová (procedente de la República Checa) publicaron en 2009 un segundo disco, “Strict Joy”, esta vez bajo el nombre artístico que habían empleado como título de su debut (efectiviwonder: “The Swell Season”). Fue la gira de presentación de este álbum, tras la cual piensan realizar un hiato en su colaboración para que Glen retome el contacto con su formación anterior (The Frames), la que ayer los trajo por segunda vez a Madrid en lo que llevamos de año, al teatro Häagen-Dazs Calderón. Y allí estuve yo.


Cuando Glen y Markéta, acompañados de cuatro músicos más (guitarrista, bajista, baterista y violinista, concretamente), salieron al escenario tras la más que correcta aportación de los teloneros Marcus Doo & the Secret Family, el teatro ya registraba un lleno total. Más de 1.000 entradas vendidas por un grupo que, seamos honestos, en nuestro país no conoce prácticamente nadie. Pero los que los conocen los adoran y eso ayer se notó, y mucho. El público estaba totalmente predispuesto a pasarlo en grande, entregado desde el primer acorde que surgió de la ajada guitarra de Glen y la primera nota que brotó del piano de Markéta. La gente conocía las canciones, identificaba perfectamente cuáles habían salido en la peli (las ovaciones se sucedían constantemente), cuáles eran del nuevo disco y cuáles eran pequeñas golosinas que el cinematográfico dúo se reservaba para el directo. Los asistentes, en resumen, se merecieron anoche el sobresaliente.


Por suerte, esta vez nadie podrá decir que el grupo no estuvo a la altura de las expectativas. The Swell Season, la banda al completo, lo dio absolutamente todo sobre las tablas. Los acompañantes estuvieron brillantes en su contención (su música no admite masturbaciones de virtuoso; deben sonar compactos y armonizados y así lo hacen). Markéta, patológicamente tímida y con una fragilidad desarmante, aportó su voz lírica y dulce, contrapunto al chorrazo vocal que conjuga sin estridencias el rugido de Joe Cocker y el falsete de Chris Martin con la actitud folkie de un Springsteen acústico. Hablo de Glen, claro: pantalones vaqueros y camisa de cuadros, pelo rojo y sonrisa perenne, salvo cuando desgarra corazón y garganta al interpretar en solitario canciones como “Leave” o “Say it to me now” (a los pies del escenario, sin amplificación de ningún tipo), que consiguen que a uno se le ericen hasta los pelillos de los dedos de los pies. Glen Hansard: el alma de la fiesta, el centro de todas las miradas, el latido vital en el pecho de The Swell Season. Un tipo con un carisma y una simpatía desbordantes. “Es un cielo”, que diría mi madre. Yo, de haber podido, lo habría invitado anoche a cenar en mi casa. Y, si hubiera querido quedarse a dormir, le hubiera cedido mi habitación gustoso (ahora que tenemos sofá-cama en el salón...)


El concierto. No nos desviemos.

Tras hora y media desgranando su repertorio (los nuevos temas, como “Back broke”, “Feeling the pull” o “In these arms”, suenan tan bien como los antiguos), contando anécdotas divertidas, dedicándole unas palabras de admiración a Lorca y hasta subiendo al escenario a una espontánea para que colaborase, a las castañuelas, durante la subyugante “If you want me”, The Swell Season despidió la primera parte del recital con dos de las canciones más esperadas por el auditorio, la ganadora del Oscar “Falling slowly” y (mi favorita personal) “When your mind's made up”. Fue, a todos los efectos, el clímax musical y emocional de una velada inolvidable. Servidor se esforzó lo indecible para no ponerse a llorar como un chiquillo cuando Glen pronunció ese “So, if you want something...”, pero reconozco no haber sido capaz de contener un par de lagrimones. Hay cosas que significan cosas, no sé si me entendéis, y “...there's no point trying to change it”.


El público los despidió con una ovación atronadora. La mayoría en pie, eternamente agradecidos pero aún deseosos de más. Inevitablemente, los seis músicos tardaron poco en regresar para ofrecer una segunda parte igualmente magnífica. Como broche final, Markéta se acomodó ante su piano para interpretar una controvertida versión del “Cucurrucucú, paloma” que se saldó como un éxito musical sorprendente e inesperado. Pero el público demandaba más todavía y Glen se vio prácticamente obligado a desalojarnos, entre risas, con una divertida interpretación acapella (con la colaboración masiva de los espectadores, que chasqueábamos los dedos a las órdenes del cantante irlandés) del “Devil town” de Daniel Johnston.


Concluyó así un concierto memorable, de matrícula de honor, que por mi parte podría haber durado hasta que saliese el sol y, seguro, aún me habría dejado con ganas de más. La próxima vez que su show pare cerca de mi casa, The Swell Season ya tiene mi entrada vendida.

13 comentarios:

Nemo dijo...

Oh, qué bonito. Precisamente esta mañana he estado escuchando la entrevista y el miniconcierto acústico que se han marcado en Hoy Empieza Todo de Radio 3.

tenenbaum dijo...

Que envidia! A mí "Once" me parece una de las películas más bellas sobre la música jamás realizada. El segundo disco aún no me lo he escuchado, pero se lo robaré a mi hermana aprovechando que se lo regalé el mes pasado, jejeje.

Jero Piñeiro dijo...

Fran: bonito no, lo siguiente. Supongo que en la entrevista sólo hablaría Glen. Markéta no lleva muy bien lo de socializar...

Tenenbaum: yo incluso le quitaría a tu frase eso de "sobre la música". A mí "Once" me parece un pequeño milagro, algo puro y totalmente insólito, que jamás habría salido de la mente de un gran productor. Le pasa lo mismo que a "Hedwig and the angry inch": son un cúmulo de circunstancias mayor que sus artífices. Se dio la casualidad de que unos actores improvisados, un guión sencillo, un director en estado de gracia y una canciones maravillosas se juntaron en un mismo producto como por arte de magia y surgió algo que es mucho más que la suma de sus partes. Para mí es una de las pelis de la década. Por supuesto, te recomiendo que escuches "Strict Joy", aunque a sabiendas de que parte con la desventaja de que las nuevas canciones no cuentan con el factor emocional que unía a las antiguas con la película, no sé si me entiendes... Yo ese factor emocional lo he encontrado precisamente ahora, después del concierto, jejeje.

Y a los dos deciros que si tenéis la ocasión de verlos en directo ni lo dudéis, ¿eh?

Nemo dijo...

Sí, bonito, bonito, qué romántico que ambos estuvieramos escuchando lo mismo al mismo tiempo... Y Markéta ha compartido al 50% la entrevista con Glen, incluso chapurreando algo el español. Insisto, oh, sielos, no es él un encanto? (voz de La Gata Loca en los dibujos animados, aunque tú seas un bebé y no pudieras verlos en su momento).

Jero Piñeiro dijo...

Para mí el gato más antiguo de la tele es Isidoro, jajaja. Mira que últimamente empezaba a sentirme un poco viejo de corazón, ¿eh?, pero has conseguido que vuelva a verme como el mocoso que aún soy ;)

Eternamente agradecido, venerable.

vinilosrayados dijo...

Oh, fuiste! :D Creo que yo hubiera llorado a lágrima viva...tienen un nosequéqueséyo..(que si que lo sé, es esa mala manía de asociar canciones a personas y momentos..)

Caca que sólo me quedé en Madrid hasta el domingo. ñiñiñi (envidia roñosa :P), menos mal que pronto me quito el mono de concierto, jojojo!

Jero Piñeiro dijo...

¡Vaya si fui! :)

Es una mala manía ésa que menciona usted, Srta. Imantada, pero me temo que llegada una edad, más nos valiera acostumbrarnos a convivir diariamente con nuestras manías... En el fondo, también ellas forman parte de lo que somos.

Si se hubiese quedado un día más, ya ve, no hubiera tenido problema para conseguir entrada (a última hora aún había gente pasando por taquilla para adquirir su localidad). Y hubiera llorado, vaya si lo hubiera hecho.

Pero no se me queje usted (ni me envidie tanto), que en menos de un mes estará por aquí de nuevo, disfrutando del directo de los canadienses de mis/sus/nuestros amores ;)

charlie furilo dijo...

JOder, no tenía ni idea de quien eran estos tipos (tampoco he visto "Once", es más ni siquiera había oído hablar de ella, aunque oyendo "Falling Slowly" algo me quiere sonar....). Habrá que escucharles. Lo ciero es que tienen muy buena pinta.

Jero Piñeiro dijo...

Pues nada, Charlie; siento decir que vas a tener que ver "Once" sí o sí, que no se puede andar así por la vida, sin haberla visto, jejeje...

Unknown dijo...

hola jero, soy la chica de las castañuelas, que pasaba por aquí. me ha gustado leer tu crónica, realmente me he vuelto a transportar a la butaca del calderón... para mí, un gran concierto y no sólo por lo evidente. yo tampoco pude contener la lagrimilla en when your mind's made up. fue todo tan bonito y tan sensible. y lo mejor de todo es que cuando acabó el concierto nos recibieron a todos los que nos paramos en la puerta, nos firmaron todo lo que les pedimos, se hicieron con nosotros todas las fotos que les solicitamos... son un verdadero encanto, así da gusto admirar a alguien.
imagino que nos veremos en el próximo concierto (que espero que lo haya). un saludo.

Jero Piñeiro dijo...

Hola, Beatriz. ¡Qué sorpresa, la chica de las castañuelas! Me alegro de que te haya gustado la crónica. Para mí también fue un concierto inolvidable y creo que Glen y Markéta estuvieron perfectos en todo (musicalmente, en el trato con el público, con su sentido del humor...) Pena no haberme quedado después a conocerlos en persona; me hubiera encantado. Cuando vuelvan por Madrid repito segurísimo, así que cuento con verte por allí ;) Un saludo y muchas gracias por comentar (la chica de las castañuelas, ¡esto sí que no me lo esperaba!)

Rita dijo...

Qué bonito, qué envidia me das. No será lo mismo que verle con Marketa, pero cuento los días para su concierto en solitario en Madrid. ¡Adoro su música y su voz! Si queréis leer una reseña sobre su disco, he escrito una en mi blog: http://ironiassudoresysinceridades.blogspot.com.es/2013/01/glen-hansard-rhythm-and-repose.html

Jero Piñeiro dijo...

Gracias por tu comentario y bienvenida al Abismo, Rita. No me había enterado del regreso de Glen a Madrid, aunque yo hace unos meses abandoné la capital así que de todos modos me iba a resultar difícil ir. Su último disco tiene algunas canciones realmente bonitas, pero me pasa con él lo mismo que con el "Anar" de Markéta: cada vez que lo escucho echo demasiado de menos al otro 50% de The Swell Season... Me paso por tu blog para ver lo que cuentas. Espero que lo pases muy bien en el concierto ;)