domingo, julio 11, 2010

Pierre Christin y Enki Bilal: la sinergia de lo sublime

Aprovecho la reedición en un único tomo por parte de Norma Editorial de los álbumes “Las Falanges del Orden Negro” y “Partida de caza”, ambos obra del tándem formado por Pierre Christin y Enki Bilal, para releer sendos tebeos y dejar aquí constancia de mis impresiones.


Antes, no obstante, prevengo al posible comprador de un hecho hasta cierto punto desagradable: “Fin de siglo” (que es el título bajo el que se publica esta reedición) sufre, como viene siendo habitual en los últimos tiempos, de una preocupante reducción de tamaño respecto al original, perdiéndose la oportunidad de disfrutar en un formato óptimo del siempre deslumbrante arte de Bilal. A consecuencia de esto, claro, se reduce considerablemente el importe del libro, que se queda en unos muy ajustados 22 euros (casi lo mismo que un servidor pagó en su momento por la edición en solitario de cada uno de los álbumes).


“Fin de siglo” se abre con la historia “Las Falanges del Orden Negro”, publicada originalmente en 1979. La narración se inicia con la masacre del pueblo de Nieves, en la montaña aragonesa, por parte de un grupo terrorista de extrema derecha que se presenta en sus comunicados como las Falanges del Orden Negro y que está integrado por antiguos combatientes de la Guerra Civil española que ya habían tomado aquel mismo emplazamiento para el bando franquista. Al enterarse del suceso, el periodista británico Jefferson B. Pritchard reunirá a los supervivientes de la XV Brigada Internacional (antiguos voluntarios de diversas nacionalidades que defendieron las consignas republicanas) para dar caza por toda Europa al comando terrorista que durante la guerra les derrotó en Nieves. Se inicia así una trágica búsqueda de revancha protagonizada por unos achacosos ancianos que, tal como apunta el propio narrador, combaten por ideales tan viejos y ajados como ellos mismos, perdiéndose por el camino el sentido de sus intenciones iniciales.

Bilal, lejos aún de sus valientes excesos cromáticos actuales (personalmente, me fascina la evolución de su estilo visual pese a lo que se ha sacrificado en sentido narrativo), borda la representación gráfica de los personajes y la recreación de los distintos parajes europeos donde transcurre la trama, firmando uno de sus trabajos más inspirados.


El guión de Pierre Christin, que anticipa en mucho el candente debate actual sobre la memoria histórica, peca de cierto apresuramiento en el desarrollo argumental que desdibuja a los protagonistas en gruesos brochazos de caracterización. La tensión, más allá de la escasa empatía con los personajes, proviene de la persecución internacional de las Falanges, que terminará por extenuar a los antiguos camaradas, hundiéndolos en una deriva ideológica de la que difícilmente podrán recobrarse.

Así, sin resultar perfecta, “Las Falanges del Orden Negro” se convierte en una lectura absolutamente recomendable que, no obstante, no hace más que anticipar aquellas virtudes que posteriormente “Partida de caza” llevaría a sus últimas consecuencias. Y es que la postrera colaboración entre Christin y Bilal se salda con el que es, posiblemente, uno de mis comics favoritos de todos los tiempos, independientemente de géneros y procedencias.


Las inquietudes políticas de Christin, claramente presentes en toda su obra, alcanzan su cénit en esta contundente disección del ocaso del comunismo soviético, representado por el mefistofélico personaje de Vassili Alexandrovic. El argumento, planteado casi como una obra teatral de protagonismo coral, remite a la despedida de la vida política de Alexandrovic, anciano y aquejado de mutismo, que celebrará para conmemorar la ocasión una batida de caza en una vieja casa señorial a la que invitará a algunos de sus más estimados protegidos y colaboradores a lo largo de los años. De las conversaciones y evocaciones de éstos, que pondrán voz a los recuerdos del impasible Alexandrovic, surgirá el retrato de un hombre de convicciones maquiavélicas que configuró desde la sombra el auténtico rostro del siglo XX, poniendo y quitando (y creando) líderes políticos y revoluciones sociales para mayor gloria de la URSS.


El guión, denso y cuajado de detalles inadvertidos en una primera lectura, se ve enriquecido hasta el infinito por el inspiradísimo arte de Bilal, que deslumbra en “Partida de caza” no sólo por la evidente maestría de su línea, notablemente influenciada por sus acercamientos a la ciencia-ficción, sino también por un apabullante uso narrativo del color y de la puesta en página, logrando crear una atmósfera decadente y psicológicamente asfixiante, casi de pesadilla febril. No exagero si afirmo que “Partida de caza” contiene alguna de las viñetas más extraordinarias que pueda recordar, como ese encadenado de presente, pasado y futuro que antecede al clímax del relato (y que si todo va bien deberíais poder apreciar a continuación).


“Partida de caza” fue en su momento mi puerta de entrada al vastísimo terreno del comic europeo para adultos y todavía hoy, con esta nueva relectura, me sorprendo comprobando cuán pocos tebeos he leído en mi vida que conjuguen con igual precisión un guión casi milimétrico y un estilo visual y narrativo tan potente, logrando lo que está sólo al alcance de un escaso y selecto conjunto de títulos: un equilibrio artístico-literario basado en la sinergia de lo sublime.

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