viernes, febrero 12, 2010

"Paquidermos y exploradores polares" o "Un buen año para el comic en España"

Aunque aún me faltan por leer unos cuantos títulos muy sonados de la temporada pasada (tengo en mi casa de Galicia el “Génesis” de Robert Crumb, “Ombligo sin fondo” de Dash Shaw y el “Pinocchio” de Winshluss aguardando desde el día de Reyes a que el próximo fin de semana me pase por aquellos lares y me los traiga a Madrid para darles feliz lectura), lo cierto es que no recuerdo un año tan prolífico en grandes tebeos dentro del mercado español como el 2009. Incluso el mainstream USA tuvo su ración de posteridad con “All-Star Superman”, “Scalped” y “Los muertos vivientes” (de la cual hace tan sólo unos días salió un tomo nuevo y el amigo Furilo ya se ha puesto al día con el asunto).

Siguiendo con esa tónica de “¡qué de puta madre!”, hoy doy cuenta de otras dos lecturas recientes (aunque publicadas en 2009) que me han dejado un inmejorable sabor de boca.


Por un lado tenemos el “Paquidermo” de Frederik Peeters, en el que mi suizo favorito cambia de género y de registro pero mantiene todas las virtudes que lo han convertido en uno de los grandes nombres del comic mundial actual (en mi nada modesta pero siempre discutible opinión).

Poco puedo contar del argumento de “Paquidermo” sin desvelar las claves de esta peculiar narración, así que me conformo con afirmar que aquí tenemos una de esas historias semi-oníricas y bastante alucinadas que entroncan con la obra de ese director de cine que ya es un género en sí mismo y que responde al nombre de David Lynch. Eso, y que la cadena de acontecimientos que arrastrarán a la protagonista a lo largo de la obra comienza con un elefante (el paquidermo del título) que agoniza tendido sobre una carretera, provocando un atasco de tráfico. A partir de ahí, el delirio (pero un delirio justificado y bastante autocontenido, dentro de cierto orden de cosas).


Como viene siendo habitual, el dibujo y la capacidad narrativa de Peeters logran conferirle al relato ritmo, fluidez, carisma, expresividad y un acabado estético delicioso. Sumado a lo sugerente de la propuesta argumental, el resultado es otro gran tebeo del suizo que, si bien no llega a la altura de sus mejores trabajos (“Píldoras azules” y “Lupus” son “demasiao pal body”), se revela como un imprescindible más de la cosecha de 2009.


Igual de imprescindible resulta el “George Sprott (1894-1975)” del canadiense Seth.

Siendo el primer tebeo que leo de dicho autor (cosa que remediaré en breve: “La vida es buena si no te rindes” y “Ventiladores Clyde” ya están en mi lista de futuribles), no tenía muy claro qué iba a encontrarme en esta autodenominada “novella gráfica” (sí, con dos l’s y en cursiva) que me agencié orientado por las buenas críticas recibidas en prácticamente todos los medios dedicados al comic que conozco.


“George Sprott (1894-1975)” es, ante todo, una obra ambiciosa. Tomando como referente el sublime y pluscuamperfecto “Jimmy Corrigan: el chico más listo del mundo” de Chris Ware (tanto en la parte gráfica como en el uso de ciertos recursos narrativos), Seth se plantea el reto de reflexionar acerca de la vida y la muerte (así, a lo bestia, como si no hubiera conceptos más fáciles de abordar) a partir de las andanzas del George Sprott del título, un famosillo de televisión que durante años dirigió y presentó un programa en el que narraba sus viajes por el ártico canadiense. Tal y como reza el título, Sprott nace en 1894 y muere en 1975, datos que sabemos desde un buen principio y que, precisamente por conocerlos de antemano, juegan a favor de la estructura narrativa del relato.


Empleando sabiamente una combinación de líneas temporales fragmentadas con entrevistas realizadas a conocidos de Sprott y declaraciones descontextualizadas (a modo de máximas vitales) del propio personaje principal, Seth establece una visión integral, no ligada al tiempo y el espacio, de la vida del presentador y aventurero, convirtiéndonos en una suerte de espectadores semi-omniscientes a los que se nos priva, curiosamente, de una perspectiva fundamental: la del propio finado. El narrador, a través de los cartuchos de texto, explica que no posee todas las claves acerca de la vida de Sprott y que en ciertos momentos no puede más que hacer suposiciones; suposiciones que se trasladan al lector, quien deberá rellenar los huecos, sobre todo los relativos a los sentimientos del personaje, con su propia interpretación de los hechos.


Es este intrincado armazón narrativo (que sorprendentemente se deja leer con una agilidad y facilidad de asimilación pasmosas) el más importante valor del tebeo, más allá de las vivencias del personaje, que se revelan hasta cierto punto intrascendentes ante cuestiones supraterrenales como las que la obra presenta como telón de fondo. Ésa es, claro, la intención de Seth: la vida de George Sprott no pretende se ejemplar ni especialmente remarcable. No es una buena persona ni tampoco un hijo de puta integral, ni ha hecho nada digno de perdurar en la memoria de la humanidad. Es, simplemente, alguien destinado a ser olvidado cuando todos aquellos que lo conocieron hayan desaparecido. Un poco, en fin, como cualquiera de nosotros.


“George Sprott (1894-1975)” es un tebeo magnífico, algo frío y profundamente técnico, capaz de suscitar grandes preguntas y, afortunadamente, libre de la pretenciosidad de darles una respuesta.

2 comentarios:

Timone dijo...

huuum! Me generas dudas, nuestros gustos no tiene por que coincidir obviamente, pero suelo estar bastante de acuerdo con tus críticas comiqueras. Así que, no sé... Cuando compré el de las serpientes ciegas vi "el paquidermo" y no me llamó la atención el estilo de dibujo, hum, hay algo que no me va... volveré a echarle un vistazo.

(Aunque esto de elegir un comic y otro, no atiende a otra razón que a mi pobreza extrema, jeje, sino para rato le daba tantas vueltas).

Jero Piñeiro dijo...

Por supuesto, los gustos son algo totalmente subjetivo, pero a mí el dibujo de Frederik Peeters me vuelve loco. Hoy por hoy, es uno de mis absolutos favoritos y me compro todo aquello que lleve su nombre. Tiene obras mejores ("Píldoras azules", "Lupus", "RG") y otras que, siendo buenas, no están a ese nivel ("Koma", pero a causa de un guión ajeno; "Constellation", que no pasa de ser un interesante ejercicio narrativo, o "Dándole vueltas", irregular por ser una antología de historias cortas, aunque algunas sean magnificas). "Paquidermo" estaría en un puesto intermedio entre ambos grupos: no es una absoluta genialidad ni lo que llamaríamos "una obra menor". Pero vamos, que por ahora Peeters nunca me ha decepcionado.

Antes que en "Paquidermo" yo invertiría mi dinero en "Píldoras azules", que es ligeramente más barato (tampoco mucho: 16 ñapos) y a mí me parece sublime. Si después de leerlo sigue sin gustarte Peeters, dos consejos: pasa del resto de su obra... y háztelo mirar, jajajaja.