lunes, octubre 05, 2009

¿La mejor serie de televisión de todos los tiempos?

Hay veces en que resulta difícil hacer una reseña. Ocurre siempre que se aborda un hito, una de esas obras que ya han sido catalogadas como la mejor de su ramo y de las que es complicado sustraer un punto de vista diferente o un matiz inaudito, pues ya se ha escrito y hablado tanto (y muchas veces de forma tan brillante) que pretender decir algo nuevo se convierte en una meta directamente imposible.

Hace unos días terminé de ver “Los Soprano”, la más laureada producción de la más laureada cadena de televisión estadounidense, la HBO (sólo tres títulos más: “Six feet under”, “The wire” y “Deadwood”; ahí es nada). Comencé su visionado de forma ordenada, con buen ritmo (dos capítulos al día, salvo imprevistos) y en rigurosa versión original en junio de este año. Durante el tiempo que me llevó dar cuenta de sus seis temporadas no permití que ningún otro serial catódico se inmiscuyera en mi vida interrumpiendo la experiencia de disfrutar de principio a fin de la que está (casi unánimemente) considerada como la mejor serie de televisión de todos los tiempos.


El argumento de “Los Soprano” sigue de cerca los pasos de Tony Soprano (cuarentón, padre de familia y uno de los mandamases del círculo mafioso de la ciudad de Nueva Jersey) desde el momento en que una crisis de ansiedad le obliga a visitar la consulta de la psicoterapeuta Jennifer Melfi. A partir de ahí, la serie recreará multitud de ambientes y situaciones propias tanto del género negro más canónico (corrupción, estafas, asesinatos, investigaciones policiales y soplones) como del día a día de cualquier familia numerosa (la educación de los hijos, el papel de los ancianos, los problemas inherentes al matrimonio) con idénticos realismo, complejidad y sentido del humor.

No quiere decir esto que “Los Soprano” sea una comedia, ni mucho menos. Si me viese en la necesidad de etiquetarla genéricamente (cosa que no me parece ni necesaria ni inteligente), me atrevería a decir que se trata de un drama costumbrista-criminal-existencial que esconde un meticuloso fresco de la sociedad americana de los últimos 10 años (y por extensión, mal que le pese a algunos, del modo de vida occidental) y del individuo que la habita. Ya os dije que no era buena idea eso de colgarle etiquetas a esta serie.


Lo que intento decir en el párrafo anterior es que afirmar que “Los Soprano” es simplemente una historia de gangsters es, como poco, quedarse en la anécdota. Desde luego que es una historia de gangsters, pero eso sería como decir que “Hamlet” es simplemente una historia de daneses.

Uno de los mayores logros de la serie consiste en conseguir que el espectador vea a los personajes como seres reales, con multitud de aristas y recovecos morales. Los mafiosos de “Los Soprano” carecen del halo shakespeariano de los padrinos de Coppola y de los hampones judíos del último Sergio Leone. Son, sobre todo, mala gente con inesperados momentos de bondad y ternura. Como, supongo, deben ser los mafiosos en la vida real. Porque ningún traficante, asesino o tratante de mujeres está todo el día traficando, asesinando o tratando con mujeres. También van al baño, comen cereales, piensan en el futuro de sus hijos o escuchan sus viejos discos de Pink Floyd. No existe una persona absoluta y uniformemente malvada 24 horas al día, 7 días a la semana. “Los Soprano” saca el mejor partido posible a esos tiempos muertos y hace creíbles (y en ocasiones incluso entrañables, por mucho que uno sepa que son unos grandísimos hijos de puta) a esa panda de estereotipos ítaloamericanos de gatillo fácil.


Tras finalizar el visionado de la serie, uno recuerda a Tony Soprano (sublime, irrepetible y pluscuamperfecto James Gandolfini), a su esposa Carmela (una no menos magnifica Edie Falco, ahora en antena con “Nurse Jackie”), a sus hijos Anthony Jr. (Robert Iler) y Meadow (Jamie-Lynn DiScala), a su tío Corrado (Dominic Chianese, visto en “El Padrino”), a su madre Livia (descomunal Nancy Marchand) y a su hermana Janice (Aida Turturro), a sus hombres de confianza Silvio Dante (un sorprendente Steve Van Zandt, guitarrista de la E Street Band reconvertido en intérprete) y Paulie Gualtieri (al que presta físico y voz el carismático Tony Sirico) o a su díscolo sobrino Christopher Moltisanti (Michael Imperioli), por citar sólo a unos pocos, no como entes ficticios sino como personas de carne y hueso que aman, sufren, ríen, lloran y sangran (algunos sangran mucho), que tienen virtudes (pocas, es cierto) y defectos (la tira) y que buscan más o menos lo mismo que todos en esta vida: ser felices.

Probablemente el referente cinematográfico más obvio sea el de Martin Scorsese, al que los guionistas reservan infinidad de guiños (más allá del breve cameo que el célebre realizador protagoniza en el episodio piloto). Pero “Los Soprano”, por su condición de obra de largo recorrido, consigue llegar mucho más lejos de lo que ninguna película del amigo Marty ha alcanzado jamás. No se pueden comparar los sentimientos que un espectador puede profesar por un personaje tras 2 horas de película con la empatía que se genera tras 70 horas de serie, abarcando más de 7 años en la vida de sus protagonistas.


Además, siendo estrictos, quizás sea más acertado decir que “Los Soprano” EMPIEZA RECORDANDO al cine de Scorsese. Porque tan pronto como la serie encuentra una voz totalmente propia (posiblemente a principios de la tercera temporada), el nivel de calidad asciende de forma considerable (y eso que hasta entonces ya me estaba pareciendo inmejorable) y el tono de la narración se aproxima al nihilismo desesperanzado del cine negro de los hermanos Cohen, más preocupado por explorar la psique de los personajes que por concatenar una acción tras otra.

Por supuesto, el mérito de semejante excelencia no corresponde únicamente al inmejorable reparto con que cuenta la serie, sino a todos y cada uno de los responsables de las distintas facetas de su producción. “Los Soprano” es una obra audiovisual cuidada al milímetro, desde la elegante dirección y la indiscutible sobriedad de la puesta en escena hasta la selección musical (que va de Frank Sinatra a Deep Purple pasando por Britney Spears, Metallica o LCD SoundSystem con una naturalidad pasmosa). También aspectos como el montaje, la fotografía o incluso la edición de sonido alcanzan en “Los Soprano” un nivel que hasta entonces nunca se había visto en una serie para la caja ya-no-tan-tonta, y del que sólo unas pocas películas hacen gala en el cine reciente.


Ése es, desde luego, otro aspecto positivo muy a tener en cuenta a la hora de valorar el inconmensurable esfuerzo que tanto David Chase (creador de la serie) como la cadena HBO realizaron para llevar a buen puerto un proyecto tan ambicioso como “Los Soprano”. Nunca antes de esta serie se había intentado nada igual en televisión. Si “Twin Peaks” confirmó la mayoría de edad de la tele como vehículo para el arte, “Los Soprano” supuso su licenciatura, su doctorado magna cum laude y su cátedra vitalicia, todo en uno y a la vez.

El único defecto de la serie es que, tras ver el último episodio, uno sabe que ya no hay más y que nunca lo habrá. Que Tony Soprano y sus dos familias han formado parte de la vida del espectador durante meses (en mi caso todo un verano) y que, de pronto, ya no se los volverá a ver. Como una mascota que se muere o una novia que súbitamente deja de contestar a tus llamadas. Y uno se queda con una especie de vacío que otras series, esforzadas ellas, se ven incapaces de llenar.

Pero incluso eso puede verse como una ventaja: “Los Soprano” es una obra concluida que ya nunca podrá ser mancillada por secuelas innecesarias o revivals coyunturales. Es perfecta en su redondez: intachable, impecable e incuestionable.


Así que, ante este percal, servidor se pregunta si realmente “Los Soprano” es la mejor serie que jamás se ha emitido en televisión y, un poco como el propio David Chase al afrontar la controvertida última escena del episodio final, decide que decir simplemente que sí sería caer en la respuesta fácil, en el tópico manoseado y en el error del que cree haberlo visto ya todo cuando aún tiene mucho mundo (mucha televisión en este caso) por descubrir. En vez de ser yo quien responda a la pregunta, querido/a lector/a, hazte a ti mismo un grandísimo favor y, si no lo has hecho ya, comienza a ver esta serie tal y como yo lo hice: desde el episodio uno, con asidua continuidad y en rigurosa versión original. Te prometo que no lo lamentarás ni un solo segundo de tu vida.

9 comentarios:

Jesus dijo...

Me la alegra que por fin hayas terminado con la serie y que le hayas hecho su post XD, como sabes, y ya he comentado antes por aqui de todas las series que he visto es la que mas me ha gustado, me gusta mucho el cine negro, y para mi ha sido como una pelicula muy muy larga y de la cual no me he aburrido en ningun segundo, simplemente increible, de todos sus aspectos no voy a comentar nada porque ya los has dicho todos asi que simplemente me limitare a responderte XD. Y bueno, fuera del tema, la deadwood esta casi terminada, y la de Six feet under la tengo calentando para verla dentro de poquito XD. Ahora me estoy viendo tambbien la de Kings, aunque la hayan cancelado, a falta de 2 episodios aun no me creo que se cancelara, te la recomiendo tambien. Saludos desde el sur.

charlie furilo dijo...

A ver si un día de estos me pongo también a la faena de bajarme toda la serie y verla...

El Consigliere dijo...

Hola,

Acertadísimo análisis el que haces de la que sí, para mí es la mejor historia de la televisión. Hablar de Los Soprano es hacerlo de cine en la televisión, de casi 86 horas de cine en estado puro.
Te recomiendo que nos visitar nuestro sitio web y enterarte de más detalles de la serie.

Saludos.
El Consigliere
www.lossoprano.tv

Jero Piñeiro dijo...

Jesus: yo también tenía ganas de escribir la reseña después de todas las veces en que hablamos de esta serie. "Deadwood" es una pasada y "Six feet under" bien podría rivalizar en calidad con "Los Soprano". "Kings" no la he visto, pero el hecho de que Ian McShane esté en el reparto me parece un motivo más que suficiente para darle una oportunidad... Saludos desde el norte. ¡Ah, no! Ahora desde el centro, jejejeje...

Charlie: conociendo más o menos tus gustos (y teniendo en cuenta que coincidimos muy a menudo), no lo dudo: lo vas a flipar. Pero mucho.

El Consigliere: supongo que ya habrás visto que he contestado a tu mail. Muchas gracias por el elogio y enhorabuena otra vez por vuestra fantástica web, realmente imprescindible para cualquier seguidor de "Los Soprano".

Ѕilυiα dijo...

Yo a ver si me la bajo también porque no he visto ni una sola escena de esta serie..

Jero Piñeiro dijo...

Te la recomiendo encarecidamente, Silvia. Yo ahora estoy viendo la segunda temporada de "True blood" por eso de que la vida sigue (y tal y cual), pero lo cierto es que está siendo como tomarse un sorbete de limón después de una mariscada. No consigo quitarme "Los Soprano" de la cabeza... Creo que, hoy por hoy, es mi serie favorita ex-aequo con "The Wire"... (y sí, "Lost" ya está totalmente destronada).

Ѕilυiα dijo...

¿Has destronado a Lost? cómo puedes ser así... jajaja... Mucho tienen que dar los Soprano para eso... Ya te diré qué tal me parecen.

Jorge dijo...

una persona me recomendo encarecidamente que viera los Soprano, asi que me vi todas las temporadas en un mes, me encanto y ademas estuve señalando a la gente haciendo el simbolo de los cuernos o de la pistola durante un par de semanas.

Jero Piñeiro dijo...

Silvia: pues sí, destronada y bien destronada, además. Ya sabes cómo es esto de los gustos, que cada uno tiene el suyo, pero al menos yo le daría una oportunidad a "Los Soprano" (y no me refiero sólo a ver el primer capítulo, sino unos cuantos, que la serie avanza lenta pero con paso firme). Estoy (casi) convencido de que te gustará...

Jorge: ante todo, ¡bienvenido! Yo vi la serie con mi hermano y desde entonces siempre nos señalamos con el índice y el meñique estirados y con la risa compulsiva de Paulie, "hehehehe" ;)