viernes, octubre 23, 2009

Abecedario personal: Y de Yoshikawa, Eiji

El nombre de Eiji Yoshikawa no es excesivamente conocido en Occidente.

Por razones históricas, culturales y sociales, la literatura proveniente de Asia ha sido ignorada por Europa y América de forma sistemática durante mucho tiempo. Y no me refiero a los autores actuales (con el best-seller Murakami a la cabeza), que parecen estar gozando de una aceptación considerable, sino a los clásicos de la literatura china, hindú o japonesa.

Cuesta imaginar, por ejemplo, que una persona de nivel cultural medio (ya no digamos alto) que viva en Francia, Inglaterra o Argentina no sepa quién es Don Quijote de la Mancha o qué monstruosa criatura perseguía el capitán Ahab a bordo del Pequod. Sin embargo, personajes como el Rey Mono o Miyamoto Musashi, auténticos referentes para otras culturas, nos resultan totalmente alienígenas.


Fue precisamente con Miyamoto Musashi que un servidor se adentró en la literatura japonesa, de la mano del escritor Eiji Yoshikawa.

Yoshikawa nació cerca de Tokio, en la prefectura de Kanagawa, en 1892. Fue periodista, escritor de cuentos y novelista, y gozó de gran popularidad y prestigio en su país natal hasta el momento de su muerte en 1962.


“Musashi” es una novela originalmente publicada por entregas entre 1935 y 1939 y narra las andanzas del más famoso de los samuráis que vivieron en el Japón feudal. La historia comienza tras la batalla de Sekigahara, en noviembre de 1600, y sigue a dos jóvenes supervivientes, Takezo y Matahachi (dos amigos que crecieron juntos en la aldea de Miyamoto) a lo largo de cientos de páginas (la edición española que yo leí dividía la obra en 5 volúmenes de más de trescientas páginas cada uno), en un continuo peregrinaje en el que sus caminos se verán distanciados en base a sus propias decisiones (guiadas por altos ideales en el caso de Takezo y por el egoísmo y la autopreservación en el de Matahachi). Con los años y el aprendizaje, Takezo acabará convirtiéndose en el espadachín más formidable del país (bajo el nombre de Miyamoto Musashi, que le fue dado por Ikeda Terumasa, señor del castillo de Himeji, y por el alegre monje Takuan), mientras que la mala vida hará de Matahachi una sombra del hombre que podría haber sido y, por pura mezquindad, jamás llegó a ser.


Además, gran parte de la trama se asienta en la rivalidad de Musashi con el también temible espadachín Sasaki Kojiro, otro de los protagonistas destacados de la historia y con el que llevará a cabo el célebre (hasta en “Dr. Slump” se hizo una parodia al respecto) y climático duelo en la isla Ganryu que pone fin a la novela.

“Musashi” es un libro de lectura compulsiva, que engancha desde el primer capítulo y se devora con una facilidad pasmosa. Recuerdo que cuando lo leí (de prestado, pues llevaba años descatalogado en nuestro país) estuve tan inmerso en sus entresijos durante tanto tiempo que al terminar el último capítulo sufrí una pequeña depresión y tardé varias semanas en empezar a leer otro libro. Tras devolvérselo al amigo que me lo había dejado, lo busqué incansablemente por librerías de segunda mano y mercadillos con escasa fortuna, y no fue hasta que la emergente editorial Quaterni lo reeditó a principios de 2009 que pude hacerme con él (con gran alegría, debo añadir, pese a que la nueva edición en tres tomos no sea precisamente lujosa).


La importancia de Miyamoto Musashi tanto como personaje histórico como literario es indudable, y su figura ha sido llevada al cine en varias ocasiones, siendo la más célebre la adaptación de la novela de Yoshikawa que el director Hiroshi Inagaki realizó en la trilogía “Samurai”, protagonizada por la estrella nipona Toshiro Mifune y cuya primera parte obtuvo el Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 1955. Hace apenas unos meses, Mamoru Oshii (director de las dos partes de “Ghost in the shell”) escribió y produjo una versión animada de la historia. El film, en el que colabora el estudio Production IG (responsable del capítulo animado de “Kill Bill Vol. 1” y del excelente anime serializado “Samurai Champloo”) se titula “Musashi: the dream of the last samurai”. Esperemos que pueda verse por estos lares cuanto antes.


También el comic se ha inspirado en la vida de Miyamoto Musashi. Pese a que estoy convencido de que habrá más títulos, servidor sólo se atreve a citar tres tebeos basados en su figura: “Musashi”, un tomazo autoconclusivo obra de Shotaro Ishinomori (y que aún no he tenido la suerte de leer); “Vagabond”, interminable serie a cargo de Takehiko Inoue y tan atractiva visualmente como decepcionante desde el punto de vista narrativo/argumental; y “Usagi Yojimbo”, adaptación libérrima (pero a todas luces espléndida) de las andanzas de un Musashi (aquí Usagi) reconvertido en conejo antropomórfico en un mundo poblado por animales parlantes.


Retomando la versión literaria: en lo que a mí respecta, la novela de Eiji Yoshikawa no sólo ha sido una de las lecturas más fascinantes que he tenido la suerte de disfrutar, sino que me ha permitido conocer a uno de mis personajes literarios (e históricos, por noveladas que estén sus hazañas) favoritos, todo un referente moral cuyas enseñanzas (recogidas en su “Libro de los cinco anillos”) el hombre moderno no debería relegar al olvido.

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