domingo, agosto 30, 2009

10 canciones con nombre de ciudad para una semana muy viajera

1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y (dedicada a Noe) 10

"Bright light city..."

Resulta curioso cómo la variable cinematográfica de la Teoría de la Relatividad puede condenar o salvar una tarde de cine veraniego. La ecuación parece sencilla: cuanto menos espere uno de una película, más contento se quedará con lo poco que ésta le ofrezca (y a la inversa; las expectativas altas conducen a la decepción). Sólo así se entiende que un servidor saliese algo tristón de ver “Enemigos públicos” (una peli que apuntaba a sobresaliente y se quedó en el aprobado) y abandonase plenamente satisfecho, apenas unos días después, la sala en la que se proyectaba “Resacón en Las Vegas”.

Con un título semejante (bastante más cafre en su traducción al castellano que el original “The hangover”) uno ya está advertido de antemano de que lo que va a ver no es la última de Tarkovsky (no seáis quisquillosos, ya sé que ese señor está muerto; sólo era un ejemplo). “Resacón en Las Vegas” no engaña a nadie ni lo pretende: es una comedia desmadrada, de esas que vuelven locos a los USAmericanos (y a gran parte de la hispanidad, para qué negarlo), repletita de tópicos y cuyo humor (tirando a grueso) hace referencia constante al sexo, la homosexualidad y el abuso de drogas. De las que el abajo firmante suele evitar a toda costa por el bien de sus escasos haberes económicos y la esperanza de vida de sus neuronas, vamos.


Pero estamos en agosto, sufriendo una cartelera lamentable (el día en que la fui a ver aún no se habían estrenado las últimas de Coixet y Von Trier y el resto de las que me interesaban ya las había visto) y en compañía del padre Karras, uno de esos impagables amigos de risa contagiosa al lado de los cuales hasta la comedia más tonta acaba encontrando una brecha en mi particular y galvánico sentido del humor (me pregunto si ése será su superpoder mutante); así que pago la entrada, me siento en mi butaca y me santiguo, aguardando lo peor.


Probablemente fuera por eso que la disfruté como un enano de principio a fin, pasando por alto lo predecible de su argumento (visto el título no merece la pena hacer una sinopsis, la verdad) y lo mediocre de su realización (salvo el ajustado ritmo) para, simplemente, dejarme llevar por sus descacharrantes y surrealistas situaciones encadenadas y el atractivo cómico de sus protagonistas (más vistos que el tebeo en sus correspondientes roles, pero igualmente efectivos).



Total, que no sólo me ha dado mucho más de lo que estaba dispuesto a exigirle, sino que además me ha proporcionado dos intensos minutos (los últimos) de lagrimones gordos como choricillos.

De risa, se entiende.


--


(...que sí, que el título de la entrada viene de aquí...)

viernes, agosto 28, 2009

El país sin luz

“En la tierra donde vivo yo
Hace siglos que no luce el sol
Con un manto de damasco gris
Llegó la noche y no se quiso ir
Por eso aquí vienen vuestras sombras a vivir
Por eso aquí tengo mi casa y un negro jardín

Es el día de la procesión
Nos deslizamos por el callejón
Hasta la tierra donde vives tú
Al otro lado del país sin luz
Si crees que ves algo que se mueve en la pared
No dudes más, yo soy la sombra atada a tus pies

Yo soy tu sombra en la pared
Donde vayas yo te seguiré
(...)”


[Ya le tenía yo ganas a “El incendio”, nuevo disco de Sidonie. Pero lo he recibido de un modo agridulce: por un lado, los catalanes siguen teniendo el don de componer excelentes canciones con elegantes arreglos (como esta “La sombra” cuyos versos tenéis más arriba); por el otro, parecen haber decidido no trastocar absolutamente nada de la fórmula que hizo de su anterior trabajo, “Costa azul”, un disco tan atractivo como adictivo. “El incendio”, por tanto, es un álbum de pop notable, pero no avanza ese escalón que siempre me gusta presuponer en cada nuevo lanzamiento de un grupo por el que siento afinidad. Tampoco retrocede, claro, lo cual es de agradecer...]

Mis dibujantes favoritos 7: J.H.Williams III


Principalmente conocido en nuestro país por su trabajo en "Promethea", "Los siete soldados de la victoria" y "Desolation Jones" (aunque también ha participado en series como "Batman", "Jonah Hex" o "Chase"), J.H.Williams III es uno de los actuales dibujantes mainstream que mejor entienden el concepto de composición de página. Sus planchas son un prodigio de diseño aunado con claridad narrativa y un estilo ilustrativo tan mutable (no hay más que echar un ojo a su interpretación de Kirby) como invariablemente hermoso.


Se trata, según mi subjetivo criterio, de uno de esos inusuales casos en que su nombre en la portada de un tebeo justifica por sí solo su adquisición, independientemente del guionista que le acompañe.

Un fucking crack, vamos.






jueves, agosto 20, 2009

Su peor enemigo

Me gusta Michael Mann. Es uno de esos directores a los que intento seguir la pista en todo lo que hace. Aunque la primera película suya que vi de niño fue “El último mohicano”, no fue hasta “Heat” que busqué su nombre en los créditos y me lo guardé para futuras referencias. Las sucesivas “El dilema”, “Ali” e incluso la irregular “Collateral” afianzaron mi confianza en su pericia como realizador, y tuvo que llegar la soporífera (pese a su excelencia formal) “Corrupción en Miami” para que mi devoción por el director se viese de pronto mitigada.


Por eso esperaba “Enemigos públicos” con gran inquietud. Si Mann daba en la diana, recuperaría su lugar en el podio de mis cineastas actuales favoritos, y si fallaba supondría su segundo error consecutivo, confirmando unas horas bajas en las que un servidor se negaba a pensar.

Resulta curioso que al final no haya pasado ni una cosa ni la otra. A tenor de lo visto, ni Mann está en horas bajas ni su último largometraje consigue acertar en la diana. Me explicaré:

“Enemigos públicos” es una película 100% Michael Mann. Posee una caligrafía visual sobrecogedora en su singularidad: está rodada de un modo casi documental, con cámara digital en mano y granulado de vídeo de primera comunión. Probablemente esto traerá de cabeza a más de un purista del cine negro, que preferiría un estilo clásico a la manera de Brian de Palma en “Los intocables” o Sam Mendes en “Camino a la perdición”, pero eso supondría olvidarnos de un dato importante: Michael Mann no es de Palma ni Mendes. Michael Mann es Michael Mann. Con dos cojones, además.


El problema, me temo, es que tanta meticulosidad en el acabado visual no se corresponde con un guión o unas interpretaciones al mismo nivel. El normalmente excelente Johnny Depp da vida a un John Dillinger descafeinado; Christian Bale está perfecto (como siempre) pero su papel de Melvin Purvis (un tipo del que apenas se sabe nada salvo su completa dedicación a la persecución de criminales) no le permite demasiados alardes interpretativos, y tan sólo Marion Cotillard parece subir unos enteros el cómputo global, pese a que su personaje sea bastante ingenuo y predecible. Cualidades ambas que, por otro lado, bien podrían aplicarse al guión de la cinta. No hay nada en el libreto de “Enemigos públicos” que no hayamos visto ya una y mil veces, y en ocasiones mejor articulado que en la película que nos ocupa.


Sumémosle a esto uno de los recurrentes defectos/virtudes de toda la fimografía de Mann, una frialdad rayana en lo glacial (a Mann se la sudan la emotividad y la épica siempre que la luz y el grano de la imagen luzcan como se pretende), y obtendremos una cinta sólo disfrutable en su condición de ejercicio de estilo, que encandilará a parte de la crítica y a los defensores a ultranza de su realizador, pero que difícilmente puede ser considerada una gran obra, pese a que parecía tenerlo todo (director, reparto, ambientación y una premisa interesante) para convertirse en una de las películas del año.


¿Conclusión? El peor enemigo de Michael Mann es el propio Michael Mann.

Menudo topicazo, ¿no?

Nevando en tu cerebro

(…)
Fallen angels in the night
And everyone is far from heaven
Just one more hit to make it right
And everyone turns into seven

Now that it’s snowing in your brain
Even ten will not placate you
This ain’t no cure for the pain
This avalanche will suffocate you

You can run but you can’t hide
Because no one here gets out alive
Find a friend on whom you can rely
Julien, you’re being taken for a ride
(…)


[Por alguna razón que ahora mismo se me escapa, Placebo nunca había despertado mi interés: nunca me apeteció descargarme ninguno de sus discos en mp3; cuando ponían alguno de sus temas en la tele o en la radio, jamás prestaba demasiada atención; si algún conocido mencionaba al grupo durante una conversación, dejaba de escucharle y me retraía a mi mundo interior (posiblemente para hacerme preguntas tan trascendentales como “¿quién ganaría en una pelea, Batman o Midnighter?”). De ahí que tampoco sepa por qué de pronto, hace unas semanas, decidí hacerme con “Battle for the sun”, su nuevo disco, y escucharlo no sólo una sino varias veces seguidas para, finalmente, darme cuenta de que me parecía un álbum estupendo. Tiene una producción muy atractiva, letras interesantes, melodías pegadizas (pero no simplonas) y ni una sola canción que descompense el conjunto. Es un disco de fácil escucha que además gana con cada revisión. No puedo compararlo con la trayectoria anterior del grupo, así que igual a los fans de toda la vida les parece un truñaco (o su mejor disco hasta la fecha, quién sabe), pero al menos ha valido para que un auténtico extraño a su música se encuentre de pronto entre aquellos que les seguirán de cerca en sus próximos trabajos.]

[¡Ah, se me olvidaba! Los versos que abren la entrada pertenecen al tema “Julien”. Lo he elegido casi al azar porque, como comentaba antes, cualquier canción del disco me parece la mar de maja.]

Otra de tebeos

Dándole vueltas


Recopilación de todas las historias cortas que mi admirado Frederik Peeters (“Píldoras azules”, “Lupus”, “RG”) ha ido publicando en diferentes revistas a lo largo de su aún breve carrera. Pese a que, como toda antología, sufre de cierta irregularidad, supone una oportunidad excelente para comprobar la evolución tanto gráfica como literaria de uno de los autores más destacados de la actual BD europea. Algunos de los relatos contenidos en este volumen, como “El país de la felicidad”, figuran ya entre mis tebeos favoritos del suizo. Además, la edición por parte de Astiberri es tan cuidada como viene siendo habitual. Muy recomendable.


Pluto


Naoki Urasawa, posiblemente el guionista/dibujante nipón más interesante del momento, vuelve a las andadas con un nuevo thriller pletórico de ritmo, arrimándose esta vez al género de la ciencia-ficción futurista en una trama que actualiza los conceptos planteados por Osamu Tezuka en su historia “El mejor robot del mundo” de la serie “Astroboy”. Por ambiciosa que parezca la apuesta (hace falta tenerlos bien puestos para echarle un pulso al legado de Tezuka), Urasawa no se amilana y en los dos tomos publicados hasta ahora en nuestro país sienta las bases de lo que promete ser otra obra destacada dentro de su producción, a medio camino (como la define Álvaro Pons) entre “Blade Runner” y “El silencio de los corderos”. Veremos si a la hora de atar todas las tramas no pierde fuelle como les sucedió a “Monster” y “20th Century Boys”, que apuntaban a sobresaliente y se quedaron, por computación global, en notable alto.


JLA de Grant Morrison


Entramos en zona super-heroica con la reedición en un solo tomo de toda la temporada de Grant Morrison como guionista al frente de la “JLA”. Aquella etapa tuvo lugar a finales de los 90 y supuso el retorno de la cabecera al lugar privilegiado que le correspondía dentro del organigrama de la editorial DC Comics (y que no ocupaba desde la marcha del tándem literario Giffen/DeMatteis). Morrison restituyó la formación titular del grupo (esto es: Superman, Wonder Woman, Green Lantern, Flash, Aquaman, Detective Marciano y un Batman más cool que nunca), ideó innumerables amenazas de dimensiones cósmicas y puso el molómetro a mil multiplicando la épica y enrevesando los argumentos con viajes temporales, universos paralelos y mundos dentro de mundos más allá de los límites de la eternidad. También sentó las bases de muchas otras series que vendrían después (e incluso plantó las semillas de su memorable “All-Star Superman” con casi una década de antelación) ofreciendo, sin atentar contra la continuidad, una imagen comercial y a la vez inteligente de unos personajes con más de medio siglo a sus espaldas. Es una pena que su incontinencia creativa (ésa que le permite presentar un nuevo concepto cada dos viñetas y que tan bien casa con títulos del sello Vertigo como “Doom Patrol” o “Los Invisibles”) atiborrase un argumento ya de por sí superpoblado de personajes y subtramas. Tales circunstancias, unidas al hecho de que le asignaran una legión de dibujantes de segunda fila (encabezados por el muy limitado Howard Porter), impidieron que este tebeo se convirtiese en el clásico que bien podría haber sido. Por suerte, el tomo incluye el excelente one-shot “Tierra 2”, dibujado por el superlativo Frank Quitely, que contiene la esencia más pura de lo que debería ser un tebeo de la JLA (y del género super-heroico en general, ya puestos).

Sobre la edición, más allá de su excelente relación calidad/precio, es preciso destacar los poco manejables tamaño y peso del volumen (¡más de 1.000 páginas!), así como una traducción que deja muchísimo que desear, con errores impropios de una editorial del supuesto prestigio de Planeta de Agostini.


Invasión secreta


Finalmente, el evento/crossover/sacacuartos Marvel del año se salda con una profunda decepción. Tras ocho números de la serie madre y un montón de episodios satélite desperdigados por varios de los supuestos títulos estrella de la editorial, el guionista Brian Michael Bendis firma uno de los peores trabajos de su carrera (tal vez el peor) en esta saga alargada hasta el aburrimiento, dibujada de forma mediocre por Leinil F. Yu y totalmente carente de épica, ritmo, chicha y cualquiera de las otras virtudes que uno se podría esperar de un tebeo de super-héroes mínimamente decente. Resumiendo: cagarro.

Como consecuencia, servidor se baja del carro marvelita hasta nuevo aviso (salvo aquellos títulos que aseguren los mínimos exigibles, como los “Daredevil” y “Capitán América” de Ed Brubaker o las series que actualmente escribe Mark Millar). Con lo que me gustaba el Bendis pre-Vengadores…

lunes, agosto 10, 2009

Rozando el cielo

Hasta ahora nunca había creído en la posibilidad de que la “infalibilidad”, esa característica que la Iglesia católica atribuye al Papa y que significa “imposibilidad de equivocarse”, existiese. Estaba engañado.

Una palabra: Pixar.

Tras años de dar en el clavo de forma ininterrumpida con todos y cada uno de sus largometrajes (el menos bueno, “Cars”, bien podría ser la joya de la corona de cualquier otra productora de cine de animación en 3-D) y después de poner el listón por las nubes con “Wall-E”, la comedia romántica de ciencia-ficción que cautivó el corazón de medio mundo el verano pasado, Pixar logró lo que parecía, a todas luces, imposible: superarse.

Y de qué manera.


Su nueva película, “Up” (dirigida por Peter Docter), es lo que yo llamo “cine total”: a los diez minutos de metraje te pone un nudo en la garganta del tamaño de una bola de demolición para deshacértelo 30 segundos después con las carcajadas más estruendosas que servidor se haya echado en los últimos meses. Luego se permite el lujo de construir una de las metáforas más brillantes que haya visto el cine reciente (y lo hace con, alucinante, ¡una casa normal y corriente!), llevar al espectador al corazón de la aventura más canónica (la de Errol Flynn –no es gratuito-, Indiana Jones o “Las minas del Rey Salomón”), rebozarse en un sanísimo humor surrealista (otra palabra clave: “perros”) y finalmente, como si fuera una propina, enseñarnos el auténtico sentido de la vida. Todo ello, claro, dentro de la más rigurosa corrección política, el humor blanco y los parámetros (a estas alturas puramente simbólicos) del cine de entretenimiento familiar.


Al acabar la proyección, mientras un enjambre de niños (y sus ¿sorprendidos? padres) abandonaba la sala al tiempo que los magníficos créditos redondeaban la última obra maestra de la factoría Pixar, servidor se quedó callado y solo (tan solo como entró), con la mandíbula desencajada y los ojos llenos de lágrimas, disfrutando de uno de esos momentos que sólo se viven en los cines muy de vez en cuando: la plenitud.

domingo, agosto 09, 2009

Alzamiento

"(...)
Rise up and take the power back, it’s time that
The fat cats had a heart attack, you know that
Their time is coming to an end
We have to unify and watch our flag ascend

They will not force us
They will stop degrading us
They will not control us
We will be victorious

Hey .. hey … hey .. hey!
(...)"


[Hace tan sólo unos días Muse presentaba, con “United States of Eurasia (+ collateral damage)”, una primera muestra de lo que será “The Resistance” (su quinto álbum de estudio) y esta semana ya volvemos a tener nuevo material que llevarnos a los ojos y a los oídos. Se trata, por un lado, de la portada definitiva del álbum (que me parece la mejor de entre toda la discografía del grupo hasta la fecha, con ese marcado tono de ciencia-ficción cósmica/psicodélica/conspiranoica que tanto se ajusta a la filosofía de la banda) y, por otro, del primer single oficial: “Uprising”. La ecuación que define este tema es sencilla (podéis escuchar cada uno de los temas pinchando en los enlaces):
“Exo Politics” + Cabecera de “Dr. Who” = “Uprising”
Aunque en un principio no es lo que un servidor se esperaba como primer single (y menos después de las declaraciones de Matthew Bellamy que calificaban su nuevo trabajo como el más ambicioso, orquestal y megalomaníaco hasta la fecha), en las sucesivas escuchas he podido comprobar su enorme validez como tema promocional: es increíblemente pegadizo, tiene un estribillo que atrapa y va a ser una bomba en directo (esos “hey! hey!” serán coreados enérgicamente en el Palacio de Deportes de Madrid el próximo 28 de noviembre). Teniendo en cuenta que posiblemente sea lo más asequible para el gran público que nos depare el nuevo álbum, la decisión parece, en fin, la más acertada.]

[Y ahora prometo solemnemente no volver a mentar a mi admirado trío de Devon hasta haber escuchado “The Resistance” de pe a pa, allá por mediados de septiembre. Palabrita del niño Jesús.]

sábado, agosto 08, 2009

Viñetas desde o Atlántico 2009

Un año más el festival de comic “Viñetas desde o Atlántico” vuelve a las calles de A Coruña para contar con la presencia de estupendos autores invitados (esta edición nos trae nombres tan relevantes como Vittorio Giardino, André Juillard, Posy Simmonds, Pasqual Ferry, Paco Roca o el inestimable Scott McCloud) y miles de visitantes dispuestos a disfrutar como enanos de las excelencias del noveno arte.



Y, como todos los años, servidor recomienda a quien vaya a estar por tierras gallegas durante la próxima semana (concretamente entre los días 10 y 16 de agosto) que no se lo pierda por nada del mundo, porque la cantidad de actividades, exposiciones y posibilidades de volver a casa con buenas lecturas viñeteras (firmadas por sus autores) bajo el brazo es apabullante.

El cartel de este año (el mismo que ilustra esta entrada) es obra del magnífico dibujante y portadista Daniel Acuña, y me parece, junto a aquellos de Xulio Das Pastoras (en el 2002) y Juanjo Guarnido (en el 2004), uno de los mejores con que el festival ha contado en sus ya 12 años de andadura.

¡Que cumpla muchos más!

Abecedario personal: V de (Don) Vito Corleone

Hace ya un tiempo, cuando le tocó a la letra B en este abecedario personal que marca el ritmo vital de El Abismo, solté una afirmación tan irreversible como que “Blade Runner” era mi película favorita de todos los tiempos. Y aquello, si bien no era mentira, tampoco era totalmente cierto. Me faltó decir entonces dos palabras que hubieran restado, quizás, rotundidad y grandilocuencia a aquella entrada: “ex aequo”.


Lo confieso: “El padrino: parte 1” también es mi película favorita de todos los tiempos. Me diréis ahora que eso no puede ser, que no se pueden tener dos películas favoritas de todos los tiempos. Pues qué le vamos a hacer: yo las tengo (y además me gustan lo mismo los Beatles que los Rolling… ¡aaah, herejía, herejía!).

De hecho, y aunque “Blade Runner” y “El padrino” estén para mí igualadas en lo más alto, confieso que una parte de mi ser está convencida de que la segunda es mejor película que la primera (la misma parte de mí que sabe que “Lawrence de Arabia” es mejor que “Conan el bárbaro”, pese a que a mí me guste más la cinta de Milius que la de Lean, sin desmerecerla en absoluto).


Si alguno de vosotros, caros lectores, no ha visto la trilogía de “El padrino”, ha de saber que ya tiene 9 horas de deberes por hacer. Los que la conozcáis posiblemente ya sepáis por qué las partes 1 y 2 son dos de las películas mejor consideradas de la historia del cine de forma prácticamente unánime (de hecho yo sólo conozco a una persona que no le gusta “El padrino”… y se trata de Peter Griffin). Al igual que los protagonistas de “Los Soprano”, servidor pertenece además a ese curioso grupo de defensores a ultranza de la tercera (y última) entrega de la saga, otro peliculón como la copa de un pino que no obstante resultó incomprendida por la crítica y parte del público pese a estar sólo un peldaño por debajo del nivel de sus predecesoras (o quizás de ahí venga esa incomprensión).


Supongo que hacer una sinopsis argumental de “El padrino” a estas alturas puede parecer innecesario, pero quizás haya quien no sepa que esta trilogía realizada por Francis Ford Coppola (ese señor ítaloamericano y barbudo que en la década que fue de 1970 a 1980 era el jodido rey del mambo) narra la vidas de Vito Corleone y su hijo Michael, fundador y heredero, respectivamente, de un imperio económico y empresarial basado en el crimen organizado.


Mientras Michael es interpretado a lo largo de la trilogía por un solo actor, el descomunal (aquí más que nunca) Al Pacino, la responsabilidad de dar vida a Vito recayó en dos bestias pardas de la interpretación como Marlon Brando (durante la vejez del personaje) y Robert de Niro (en los flashbacks que en la segunda entrega se intercalan con la andanzas de Michael). Los tres lograron con sus papeles conquistar las cotas más altas que la interpretación ha dado jamás en el cine y traspasaron el medio convirtiéndose en auténticos iconos de la cultura popular (sobre todo Brando, cuya imagen quedó desde entonces asociada a la del capo maduro y elegante).


Tratándose de “El padrino”, obviar a los secundarios sería poco menos que blasfemo: James Caan compone un Santino Corleone inolvidable, Diane Keaton una perfecta e inocente esposa para Michael y Robert Duvall un consigliere contenido e igualmente brillante… y así podríamos seguir hasta citar a todo el reparto de la trilogía salvo (¡exacto!) esa Sofia Coppola algo fuera de lugar, ejerciendo de “niña de papá” tanto dentro como fuera de la pantalla.


Técnicamente, cualquier halago posible se da por sobreentendido. La dirección escapa a los más elevados calificativos y el guión contiene innumerables escenas y diálogos que uno a uno y por sí solos ya lograrían que cualquier película resultase digna de mención. Tampoco exagero si afirmo que probablemente la primera escena de “El padrino, parte 1” (aquí en una versión MUY alternativa) sea la mejor fotografiada de la historia del cine (de nuevo es mi opinión personal e intransferible; y de nuevo se impone un “ex aequo”: el plano inicial de “2001: una odisea en el espacio” bien podría merecerse el mismo elogio). Tanto da si es cierto como si no; lo que sí es verdad es que “El padrino” es una trilogía visualmente perfecta.


Al igual que sus escenas y personajes, su inolvidable banda sonora ha adquirido con el paso del tiempo un carácter icónico que sobrepasa al mero hecho cinematográfico, asociándose hoy en día con el concepto de mafia en sí mismo (citando de nuevo “Los Soprano”, el personaje de Paulie tiene el tema central de la cinta como claxon de su coche, en un divertidísimo guiño referencial).

Pero no conviene, por pragmatismo, seguir alabando las bondades de “El padrino”. Es una labor prácticamente interminable que muchos otros ya abordaron antes que yo, seguramente con mejor tino. Dejo aquí, simplemente, constancia de mi absoluta reverencia a esta saga cinematográfica, así como una recomendación ya no encarecida sino directamente imperativa para todos aquellos que no conozcan la apasionante historia del clan de los Corleone.


Pura HISTORIA DEL CINE. Así, con mayúsculas.