sábado, febrero 07, 2009

Cine necesario

Hay películas que, más que por su calidad fílmica, debieran ser de visionado obligatorio por su contenido. “Mi nombre es Harvey Milk” es una de ellas.

Esto no significa que no sea una película cojonuda, que también lo es. Gus Van Sant (realizador con sus más y sus menos, pero siempre interesante) se luce con una dirección sobria siempre puesta a disposición de la historia y un montaje que incluye imágenes de archivo que contribuyen a dotar al film de un aire pseudo-documental acertadísimo. La recreación histórica es perfecta y el casting inmejorable. Destacan con luz propia un Sean Penn en estado de gracia (lo cual comienza a ser una constante; se ha convertido en uno de esos intérpretes que por sí solos justifican el ver una peli) y dos jóvenes que ya no son promesas sino grandes actores por derecho propio: James Franco y Emile Hirsch. Además, Josh Brolin repite como secundario de lujo, demostrando que sabe elegir papeles controvertidos y sacarlos adelante con algo más que solvencia.


Pero, como estaba diciendo, “Mi nombre es Harvey Milk” es una película que trasciende los juicios estrictamente cinematográficos y propone una lección de humanidad y valores positivos. La lucha por los derechos de los gays que Milk (el personaje real) encarnó es una lucha cuyos frentes siguen abiertos aún a día de hoy. El colectivo homosexual, que lleva siglos siendo injustamente discriminado en casi todas las sociedades (en la Grecia clásica no se sabía todo, pero resulta increíble la facilidad conque desdeñamos algunas de las cosas que sí se sabían), debe aún lograr reconocimientos y derechos fundamentales de los que se les sigue privando, no sólo sobre el papel, sino en la convivencia diaria. Por mucho que hayamos avanzado como sociedad, la homosexualidad continúa acarreando una desventaja que jamás tuvo razón de ser.

Por eso todavía necesitamos películas como “Mi nombre es Harvey Milk”. Necesitamos que se proyecten en los cines, que se vean en los institutos, que las pasen en la tele en horario de prime time. Nuestra sociedad necesita que el arte nos haga reflexionar, que nos obligue a plantearnos qué está bien y qué no. Que nos recuerde que aún hay batallas que ganar y que no podemos dejar que sean otros los que asuman la responsabilidad de librarlas. Porque es responsabilidad de todos.

3 comentarios:

El chache dijo...

Muy buena pelicula.
Un saludete

Ѕilυiα dijo...

Como ya sabes a mi esta película me encantó, sobretodo Sean Penn... y si es cierto que son este tipo de películas (éstas que te enseñan algo, que te llegan dentro y te hacen pensar y reflexionar) las que tendrían que ponernos como tu dices por ejemplo en los colegios...

Siempre lo he pensado con películas como"American History X"... por desgracia en mi colegio lo tenía complicado siendo de curas...

Jero Piñeiro dijo...

Gracias a ambos por comentar.

Yo siempre he creído que las posibilidades del cine como herramienta didáctica estaban desaprovechadas. Apenas se utiliza en las aulas, sobre todo en materia de sociología. Creo que en el instituto se debería tratar a los alumnos como a personas responsables de sus propias conducta e ideología y obligarles a enfrentarse a problemas como el racismo o la homofobia (por seguir con los ejemplos que pones, Silvia), y el cine es una muy buena manera de implicarlos... Pero bueno, sólo son teorías. Mis días como profe fueron escasos y poco concluyentes, jajaja...

Por cierto, yo estudié en un colegio de monjas y por supuesto había un millón de temas totalmente tabú... Qué mal se llevan la religión y la educación...