jueves, noviembre 27, 2008

¡Mil gracias...!


…a mi amigo Villaviciosín, que me ha regalado un ejemplar dedicado de "Cuimhne", el nuevo tebeo de José Domingo y Kike Benlloch. Lo más curioso es que, aunque todavía no tengo el comic en las manos (recibí la noticia por teléfono), ya he podido ver la dedicatoria (con su correspondiente dibujillo) aquí.

Tío, hasta que no pueda agradecértelo en persona, tendrás que conformarte con que te dedique la entrada que sigue, jejeje:

"Algo de consuelo"


Dice la revista “Cinemanía” que ésa es una de las traducciones posibles de “Quantum of Solace”, título de la nueva entrega de la saga 007. Pero yo no me lo creo.

Hablando de la peli en sí, tengo para vosotros una buena y una mala noticia. La buena es que Daniel Craig se ha confirmado como mi James Bond favorito y que sus dos cintas son lo mejor que le ha pasado al personaje desde que Sean Connery abandonó la franquicia. Lo malo es que “Quantum of Solace” no es tan redonda como “Casino Royale” (Martín Campbell, 2006), y la culpa de todo la tiene un hombre: el director Marc Forster.

Me explico con un ejemplo: los cinco primeros minutos de “Quantum of Solace” son frustrantes. Se trata de una persecución en coche a toda velocidad por las curvilíneas carreteras de Italia en la que, debido a esa jodida costumbre de los directores modernillos de meter veinte planos detalle cada tres segundos, el espectador apenas logra comprender que ése que conduce el Aston Martin es, efectiviwonder, el mazas de Bond. No obstante, al acabar la escena tenemos la primera satisfacción de la peli: “Quantum of Solace” no es otra entrega cualquiera de Bond, sino una secuela rigurosa de “Casino Royale” que retoma la acción justo donde ésta terminaba y que además la revaloriza al llenar algunos agujeros en el guión de aquélla que, ahora lo comprendemos, estaban ahí por razones bien claras. Vamos, que las andanzas de Bond protagonizadas por Daniel Craig no van a ser una sucesión de aventuras inconexas, sino una única historia desarrollada a lo largo de varias películas (al estilo de “Harry Potter” o el Batman de Christopher Nolan), lo cual es muy de agradecer.

Esta tónica de decepcionantes escenas de acción seguidas por satisfactorios giros en el argumento se mantiene a lo largo de toda la película por culpa de una torpe y efectista (pero no efectiva) dirección a cargo del citado Forster, al que no sé por qué eligieron los de la Metro para encabezar esta producción, conociendo su filmografía (que incluye dramones tan soporíferos como “Descubriendo Nunca Jamás”).

En el lado positivo de la balanza tenemos a un Craig totalmente alejado de la imagen clásica de Bond (lo cual me había chirriado un montón cuando vi por primera vez “Casino Royale” y sin embargo ahora me parece un enorme acierto), componiendo un espía que tiene tanto que ver con la aproximación dada por Pierce Brosnan o Roger Moore como el Batman de Christian Bale (por seguir con el símil anterior) con el que encarnaron Val Kilmer o George Clooney en los 90. Craig es el James Bond del siglo XXI, claro deudor de Jason Bourne, exento de gadgets imposibles y menos preocupado por colarse ebrio de martinis con vodka entre las sábanas del pibón de turno que por crujir a mamporros a los capullos que quieren hacerse con el control del mundo. Además, suda la gota gorda, se mancha el esmoquin de sangre y no siempre se sale con la suya, añadiéndole un interesante punto de incertidumbre al desarrollo de los acontecimientos. Por ponerle un pero, diría que no acabo de creérmelo en su faceta de seductor, pero tampoco es de extrañar viendo la grotesca sonrisa de chimpancé en celo que surca su cara mientras recita sus frases ligonas. Vale, no es Connery, pero podría patearle el culo sin despeinarse (aunque, al contrario que Brosnan, este Bond sí se despeina a menudo). A mí me mola.


Todo lo demás se queda ligeramente por debajo de la entrega precedente: Olga Kurylenko, pese a estar más buena que el pan con nocilla (para ser más exactos, imaginémonos un bollo de pan casero recién horneado relleno de una nocilla gran reserva de avellanas selectas), no consigue transmitir a su vengativa Camille la fuerza y magnetismo de que hacía gala la Vesper Lynd encarnada por Eva Green (pero es que la Green es mucha Green, y si no que se lo digan a Bertolucci); el villano no deja de ser un maquinador grimoso algo menos grimoso que LeChiffre (que además jugaba bien al póker, tenía nombre gavacho y lloraba sangre, imposible de superar), y los créditos iniciales (una de las marcas de la casa Bond) no consiguen imponerse, por mucho Jack White que componga el tema central, al espectacular opening de “Casino Royale”, que además tenía una de mis canciones favoritas de toda la saga, exaequo con el “Goldeneye” interpretado por Tina Turner para la peli del mismo nombre.


Concluyendo (que se me enfría la cena): “Quantum of Solace” no alcanza la brillantez de “Casino Royale”, pero asienta definitivamente el nuevo status de Bond como saga cinematográfica a la que tomar muy en serio en el futuro y sube un peldaño más de cara a la consagración de Daniel Craig como el 007 definitivo. Si para la próxima pudiésemos contar con la dirección de un Paul Greengrass, o un Ridley Scott, o un Michael Mann… o, ya puestos, que repita Martin Campbell…

Bujías

“(…)
Virgen del Carmen – Patrona del
Mar
Paraíso perdido en algún lugar
Contrabando de amor en
Alcaraván
Desván de la infancia y bujías
Para el dolor
(…)”

He tardado en sacar a colación “Hellville de Luxe” en el Abismo porque quería tenerlo bien masticadito antes de dedicarle una entrada. No es el mejor disco de Bunbury. En eso, supongo, está casi todo el mundo de acuerdo. Le falta algo de la chispa creativa mostrada en trabajos anteriores y, pese a que el propio artista se refiere a este álbum como “más rockero”, a mí me parece de los más lentos y lúgubres de su discografía (lo cual no es necesariamente malo). En este retorno al hogar, Bunbury adopta la pose de perro viejo de vuelta de todo, le canta a sus amigos (en el primer single oficial, “Hay muy poca gente”; el no oficial era la muy superior “El hombre delgado que no flaqueará jamás”) y se permite pedirle prestado el traje (negro, por supuesto) a Johnny Cash y Tom Waits en “Canción cruel” y “Todos lo haremos mejor en el futuro”, respectivamente. También hay ramalazos de Calamaro (“Porque las cosas cambian”) o Quique González (quizás sean imaginaciones mías, pero “Doscientos huesos y un collar de calaveras” me parece muy de su estilo, sobre todo ese estribillo de una sola frase). Por suerte, Bunbury sigue siendo Bunbury, y sus discos (digamos) menos buenos siempre estarán por encima de los mejores de muchos otros profesionales del ramo, así que en este “Hellville de Luxe” sigue habiendo motivos para la alegría y, sobre todo, un tema para el recuerdo: “Bujías para el dolor” (si no lo lanzan como segundo single, capón para la discográfica). Es su estribillo, por supuesto, el que encabeza esta entrada.

Perdido en la ciudad de Baricco

Hace unos meses me prometí a mí mismo que no compraría ningún nuevo libro hasta no haber despachado los que se acumulan en la Torre de las Lecturas Pendientes (pronúnciese con voz grave y ecos de ultratumba), pero una recomendación de mi fugitivo hermano Link me convenció para traicionarme a mí mismo (quizás no sólo Bunbury tenga una “lista de promesas a olvidar”), y fue por ello que me hice con un ejemplar de “City”, obra del escritor italiano Alessandro Baricco.

Habiendo leído ya dos libros suyos (“Seda” y “Océano mar”), servidor creía saber lo que podía estar esperándole en esta “City”. Pero servidor se equivocaba (como viene sendo habitual), y “City” resultó no sólo ser la más sorprendente de las tres obras de Baricco que habían caído en sus manos, sino también una de las mejores lecturas de las que ha podido disfrutar en los últimos tiempos.

“City” es muchas cosas. En primer lugar, es la historia de un niño superdotado y su niñera. En segundo y tercero, un western con toques de realismo mágico y la crónica radiofónica de una vida dedicada al boxeo. Pero también es un tratado sobre las ideas, un surrealista reglamento de arbitraje futbolístico, las aventuras de un gigante y un misterioso mudo que protegerán con todos los medios a su alcance a los personajes de su comic de super-héroes favorito, una defensa algo equívoca de las figuras de Walt Disney y Eva Braun y otras muchas cosas más (algunas de las cuales no conviene sacar a la luz en una reseña de este tipo). Y no, “City” no es una antología de relatos cortos. Todas las tramas y subtramas se integran unas con otras (y unas dentro de otras: ahí está una de las cualidades más apreciables de la novela) en una única narración provista de muchas aristas, como un diamante de exposición.

Hablando pronto y mal, resulta que Baricco es un escritor de la hostia. Es la única expresión que, pese a lo malsonante y pecaminoso, me parece que le hace justicia. A lo largo de las trescientas y pico páginas de “City” (tengo que documentarme al respecto, pero juraría que es su novela más extensa), el italiano hace alarde de una capacidad inventiva y estilística que consigue que en todo momento uno sienta que nunca antes había leído nada parecido. Hablo sólo por mí, claro. Ya se sabe cómo son estas cosas: cuanto menos ha leído uno más impresionable resulta ante cualquier supuesta novedad, y quizás el día de mañana descubra que todo lo que Baricco pone en práctica en este libro ya lo había logrado “menganito” mucho tiempo atrás… pero hoy por hoy así están las cosas.

Así que no puedo menos que recomendar encarecidamente este “City” a todos los que quieran leer algo totalmente absorbente y de gran calidad literaria, salpicado de hermosas reflexiones sobre la vida y viejos chistes de Jake LaMotta. Y, por supuesto, agradecerle a Link su recomendación (alguien debería construir un monumento a los amigos que recomiendan libros: ¿qué sería de la humanidad sin ellos?).

Ahora temo que vuelva pronto a incumplir mi autopromesa: circula por las librerías una revisión de la Ilíada a cargo de Baricco que no puedo esperar a tener en mis manos…

miércoles, noviembre 12, 2008

Las películas de mi vida

Silvia, ama y señora del blog amigo “No me llames cariño…”, me ha invitado a participar en un meme cinéfilo a más no poder. Se llama “las películas de mi vida” y se trata de elegir una película que nos haya gustado o marcado por año que tenemos. Al igual que Silvia, servidor nació en el año de nuestro señor de 1983, ergo empezaré por ahí:

1983: echando un ojo a internet (¿alguien se creía que pudiera hacer esto de memoria?) veo pocas pelis de esas que llamamos “míticas”. Destacan sobre todas las demás “Érase una vez en América” de Sergio Leone y “El precio del poder” de Brian De Palma, pero aunque sea inferior en calidad, el gato se lo va a llevar al agua “El retorno del Jedi”, por su importantísima aportación (junto con toda la primera trilogía de “Star Wars”) a mi imaginario personal.


1984: aquí sí que ya encontramos algunas de esas películas que nos alegraron la infancia a unos cuantos, como “Karate Kid” (con el impagable sensei Morita), “Gremlins”, “Indiana Jones y el templo maldito” o “Terminator”. A sabiendas de que el padre Karras me va a negar la palabra después de esto, me veo obligado a poner a los “Cazafantasmas” en segundo plano y decantarme por “La historia interminable”. Fue la primera peli que vi en mi vida y probablemente la que más veces he repetido.


1985: buen material para el 85, sin duda. Lo tendría difícil para decantarme entre el “(What a) wonderful world” de Sam Cooke que se marcan Harrison Ford y Kelly McGillis en “Único testigo”, el “Piensa, McFly, piensa” de “Regreso al futuro” o el inolvidable Sloth de “Los Goonies”; pero por suerte llega Clint con su “Jinete pálido” y disipa todas mis dudas: “…y el infierno le seguía”.


1986: es el año de esa peli fundamental para la muchachada ochentera que fue “Cuenta conmigo”, pero también el de algunos clásicos básicos como “Terciopelo azul”, “La mosca”, “Aliens”, “Platoon” o “La misión”. Cualquiera de ellos mejor que “Los inmortales”, lo sé, pero Ramírez y McCloud eran lo más cuando tenía 10 años. Y el “Princes of the universe” de Queen ni te cuento…


1987: ¡tiramos la casa por la venta! “Robocop”, “Perseguido”, “La princesa prometida”, “Los intocables de Eliott Ness”, “La chaqueta metálica”, “El imperio del sol”, “El corazón del ángel”… Buffff. Con todo, yo me quedo con “Depredador” y el pulso entre Arnold “Gobernator” Schwarzenegger y Carl Weathers, en “baja forma” por tantos años en la oficina…


1988: un año algo flojo. Burton comenzaba a hacerse notar con “Bitelchús”, Zemeckis nos hizo flipar con Jessica Rabbit y Otomo hizo historia con “Akira”. Pero claro, también fue el año de John McClane…


1989: Sean Connery y Harrison Ford se merendaron a Batman con patatas. Ni siquiera las secuelas de “Cazafantasmas” y “Regreso al futuro” pudieron hacerle frente. La pega es que aquella no fuera realmente la ÚLTIMA cruzada…


1990: otro año que lo petó: “La escalera de Jacob”, “El padrino, parte 3”, “Bailando con lobos”, “Gremlins 2”, “La noche de los muertos vivientes” (para mí sigue siendo la mejor peli de zombis que he visto), “Eduardo Manostijeras”, “Desafío total”, “Uno de los nuestros”… Me quedo con “Muerte entre las flores” de los Coen, pero quizás si me lo preguntasen mañana elegiría otra…


1992: seguro que “JFK” y “El silencio de los corderos” se lo merecen más, pero me quedo con “Terminator 2”. La vi 3 veces seguidas el día que me la regalaron en VHS por mi ¿décimo? cumpleaños…


1992: lo siento por Abu, el genio y Aladdin. Ídem por el transilvano de Coppola. Ni siquiera Tarantino, son sus “Reservoir Dogs", podría sembrar la semilla de la duda. El 92 fue el año de “Sin perdón”.


1993: ni “Atrapado por su pasado”, ni “Amor a quemarropa”, ni “Philadelphia”, ni “Parque jurásico”, ni “El piano”. Punto y minipunto para “La lista de Schindler” (cómo lloré, maldita sea, cómo lloré…)


1994: otro año estupendo. Se estrenaron, entre otras, “El rey león”, “Pesadilla antes de Navidad”, “Forrest Gump”, “Ed Wood”, “Asesinos natos”, “Cadena perpetua” o “Wyatt Earp”. Sí. Pero también “Pulp Fiction” y eso son palabras mayores…


1995: Kevin Spacey hizo doblete con “Seven” y “Sospechosos habituales” mientras Mel Gibson se vestía de kilt y gritaba libertad. También fue el año de Buzz Lightyear y de Joe Pesci dando más miedo que nunca en el “Casino” de Scorsese. Pero “Heat” tiene algo especial para mí…


1996: sólo tres a destacar este año. Una es “El paciente inglés”, otra es “Fargo” y la tercera es “Trainspotting”. Si tengo que elegir me quedo con la última, aunque sólo sea por la banda sonora…


1997: Podía haber sido el año de Amenábar, con esa “Abre los ojos” que me puso los ídem como platos. Pero la competencia era feroz, con un Miyazaki más en forma que nunca (“La princesa Mononoke”), un Paul Thomas Anderson inmenso en “Boogie nights” y, sobre todo, un Curtis Hanson insuperable en “L.A.Confidential”. “Eres más guapa que Veronica Lake”, le decía Russell Crowe a Kim Basinger…



1998: poco tienen que hacer “Happiness”, “La delgada línea roja” y “Salvar al soldado Ryan” contra El Nota. No hay color…



1999: pufff, esto me va a doler. Me veo en la obligación de descartar peliculones como “Magnolia”, “The Matrix” (las secuelas fueron inenarrables, sí, pero la primera me causó una honda impresión), “Cómo ser John Malkovich” o “American Beauty”. Pero es que Tyler se lo merece…



2000: mucho y bueno en el que se prometía annus horribilis para la informática: “Amores perros”, “Nueve reinas”, “In the mood for love”, “Requiem por un sueño”, “Gladiator”, “Traffic”, “El Protegido”… se lleva el gato al agua Christopher Nolan con “Memento”, pedazo de película de culto.



2001: fue un año para soñar. El celuloide desbordaba fantasía en “Amelie”, “Moulin Rouge”, “Monstruos S.A.”, “El viaje de Chihiro” y hasta en ese críptico platillo volante al final de “El hombre que nunca estuvo allí”. Pero también en 2001 se estrenó mi musical favorito: “Hedwig and the angry inch”.



2002: cuatro películas como la copa de un pino entre las que se me hace muy jodido elegir. Son “Camino a la Perdición”, “Ciudad de Dios”, “La última noche” y “Adaptation: el ladrón de orquídeas”. Va a ser esta última… pero por poco, ¿eh?



2003: el más difícil todavía. ¿Con cuál me quedo? ¿“El retorno del rey”? ¿“Mystic River”? ¿“Lost in Translation”? ¿“Dogville”? ¿“Las invasiones bárbaras”? Al final, después de mucho pensarlo, la cosa está entre “Old Boy” y “Kill Bill Vol.1”… ¡Esto es peor que “La decisión de Sophie”, por dios! ¿A quién quiero más, a mamá o a papá? ¿No puedo poner las dos? Esperad, ya va. Ha salido cruz: que sea Tarantino.



2004: otro añazo. A la secuela de la anterior se suman “Hierro-3”, “El hundimiento”, “Entre copas”, “Mar adentro”, “Million dollar baby”, “Largo domingo de noviazgo” y “Los Increíbles”. Pero elijo al Paul Greengrass de “El mito de Bourne”, revolucionando el cine de acción y espionaje como nadie lo había logrado en años.



2005: buena cosecha; sí, señor. “El jardinero fiel”, “Brokeback mountain”, “Crash”, “Buenas noches y buena suerte”, “Munich”, “Match point”, “La novia cadáver”… El tito Cronenberg se puso las pilas y le sirvió a Viggo Mortensen un personaje para el recuerdo en “Una historia de violencia”.



2006: pese al éxito de “El laberinto del fauno” y “Apocalypto”, servidor se debate entre “La vida de los otros”, "El buen pastor", “Infiltrados” y “Once” y finalmente le concede a esta última el título de peli del año, pero porque es un blando y un sentimental…



2007: otro buen montón de grandes películas, entre las que destacan “No es pais para viejos”, “El ultimátum de Bourne”, “Ratatouille”, "Zodiac", “Promesas del este”, “Viaje a Darjeeling” y sí, no admito discusión, “Transformers”. Pero ninguna hace sombra a “There will be blood” (que aquí se llamó, verbigracia de traductor borracho, “Pozos de ambición”).


2008: aunque el año no ha terminado aún, sospecho que la cosa estará entre “Wall-E” y “El caballero oscuro”. Y yo, aunque por poquísimo, me quedo con el segundo. “¿Por qué tan serio?”


Wow, me ha llevado más tiempo del que creía… así que no penséis que os vais a librar de ésta: Xeo, Nati, Hystérica, Cousin, Iria, Barón, Paula, Laura, Héctor y Jose. Ahora os corresponde a vosotros decir cuáles han sido las pelis de vuestra vida…

sábado, noviembre 08, 2008

IBLO

IBLO es una fundación creada por Javier Valiño (quien fuera director de la productora Aldea Films) que pretende dar formación en materia de postproducción audiovisual a personas con una minusvalía física. El año pasado Javier me encargó el story-board que emplearía para presentar su proyecto y hace unas semanas terminé el encargo de dibujar unos fotogramas para la animación que presidirá la página web de la fundación. Aunque la web aún está inactiva, por fin he podido ver la animación terminada, gracias al vídeo que Javier ha colgado en YouTube y que podéis ver pinchando en la imagen (la resolución no es muy buena, pero ya sabéis como es esto de YouTube) :


Desde un principio Javier tuvo muy claro que quería un dibujo limpio, en bitono y con la mayor capacidad de síntesis posible, lo que rápidamente me llevó a pensar en autores como Adrian Tomine o Scott McCloud. Confío en que mis ilustraciones hayan sabido capturar sus intenciones.

Además, debo añadir que el responsable del montaje en Flash ha sabido sacar mucho partido a las imágenes, consiguiendo un resultado excelente, en mi poco objetiva opinión.

Plasta, el primate gafapasta (V)


Caro Data Vermis

Hacía casi un mes que no actualizaba los contenidos del Abismo y ya empezaba a sentirme un poco culpable. He tenido la cabeza ocupada con mil cosas (la mayoría totalmente triviales) y la pereza ha sometido a mi débil voluntad. Es el riesgo de estar contento, que uno se abotarga...

Intentaré volver a coger cierto ritmillo a la hora de actualizar, a ver si consigo llegar pronto a las 400 entradas, que ya están a la vuelta de la esquina.

Y para que se note que esto no son sólo buenas intenciones, cuelgo algo de chicha: o sea, un dibujillo. Concretamente, el primero de (espero) una larga serie de disparatados diseños a modo de concept art para el western mutante que (espero, también) comenzaré a dibujar muy seriamente algún día de estos... Palabrita.