jueves, mayo 10, 2007

Darkly dreaming...

Aunque ya hace unas semanas que terminé de verla, me había prometido a mí mismo que colgaría una reseña de la serie “Dexter”, de la cadena de televisión americana Showtime. Me lo había prometido, por cierto, para ver si alguien se animaba a bajársela o a pedírmela (ya sabéis, grabo series en DivX a cambio de abrazos, un poco a lo Juan Mann), porque lo cierto es que no tiene desperdicio en absoluto.

“Dexter”, basada en la novela “Darkly dreaming Dexter”, de Jeff Lindsay (disponible en España como “El oscuro pasajero”, ed. Umbriel) narra las andanzas de un forense de la policía de Miami especializado en sangre, de nombre (como resultará obvio) Dexter. Su padre adoptivo, ya fallecido, había sido agente de policía en dicha ciudad, y también su hermana sigue ahora los pasos de su progenitor, siendo miembro de la brigada anti-vicio.

Visto así, se podría pensar que estamos ante un nuevo producto que busca aprovecharse del actual éxito de las series de forenses (no enumero por no aburrir a la platea, porque ya se cuentan por cientos) para pelear por las migajas de la audiencia.

Pero nada más lejos de la realidad.

Porque la gracia de “Dexter” estriba en que su protagonista es un psicópata asesino en serie que, guiado por las enseñanzas de su padre adoptivo, intenta dominar sus impulsos homicidas dando muerte (previa tortura) a los elementos criminales que consiguen burlar la ley y quedar en libertad debido a las carencias del sistema.

Sumado a esto, y como auténtico punto fuerte de la serie, está el hecho de que Dexter es un sociópata “de libro”, siendo los momentos más divertidos aquellos en los que el personaje, debido a su incapacidad para sentir empatía con ningún ser vivo, se queda totalmente descolocado ante ciertas actitudes y sentimientos propios del ser humano que él es incapaz de afrontar (concretamente, la impostada relación que mantiene con su novia está plagada de secuencias descacharrantes).

Michael C. Hall (miembro destacado de la disfuncional familia de “A dos metros bajo tierra”) realiza una actuación modélica, logrando captar todos los claroscuros de un personaje tan complejo como es este Dexter, confundido entre sus ansias de depravación, el respeto hacia el legado paterno, la extraña relación que mantiene con su hermana o las dudas que le provocará la aparición de otro serial killer (el “asesino del camión de los helados”) que parece estar siempre un paso por delante de él.

Técnicamente “Dexter” está cuidadísima, con una producción impecable y un acabado visual que compite en igualdad de condiciones con cualquier estreno cinematográfico al uso, lo cual no es muy común en el mundillo televisivo. Aunque la palma se la lleva, de lejos, el increíble trabajo de los guionistas, quienes, al saber que desde un punto de vista moralista el personaje causaría rechazo y animadversión, han optado de forma brillante por convertir la serie en una mezcla políticamente incorrecta de género policiaco, drama y comedia negra (muy negra) con toques gore (bastante explícitos para lo que estamos acostumbrados a ver en la pequeña pantalla), que funciona a las mil maravillas.

Más o menos como si a Bret Easton Ellis le diesen carta blanca para hacer lo que quisiera con “CSI Miami” (tanto es así que en uno de los capítulos hay una referencia velada a su exitosa novela “American Psycho”).


Por encima de otras series de éxito como “Prison break” o “Heroes”, y tan sólo unos puntos por debajo de “Lost” (pero claro, ésta juega en otra división… qué cojones, casi podría decirse que compite en otro deporte), los doce episodios que componen “Dexter” son, cada uno a su manera, una pequeña joyita televisiva, que esperemos no tarden en llegar a las pantallas de nuestro país (aunque, si lo hacen, me juego el cuello a que no será en TVE ni Antena 3).

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