domingo, diciembre 31, 2006

Adiós 2006

Podría empezar diciendo que se acaba otro año más, pero decir que el 2006 fue “otro año más” sería casi mentir. En lo que a mí respecta, ha sido un año único. Empezó en Francia y acabó en Coruña, y por en medio me pasaron unas cuantas cosas importantes. Además, un servidor, que siempre se ha sentido el mismo desde que nació, que nunca se ha visto maduro ni responsable, que no es capaz de dejar atrás al crío que lleva dentro, sí ha tenido, a tenor de las circunstancias, que cambiar un poco y aprender bastante a lo largo de este último año.

Ha sido un año cortísimo (tanto como los anteriores, quitando los bisiestos, claro), pero al menos me dio tiempo a hacer un par de buenos viajes; a visitar 4 (¡4!) salones del comic (el Saló de Barcelona, el Viñetas desde o Atlántico, el Salón de Ourense y, toma-jeroma-pastillas-de-goma, el Festival de Angouleme); a ver en concierto a Yann Tiersen, a Amadou y Mariam, a Joaquín Sabina, a Muse y a los mismísimos Rolling Stones (un recuerdo para guardar con cariño durante el resto de mis días); a visitar Barcelona en la mejor de las compañías (la primera vez, con mi hermano; la segunda, podéis leerlo unas entradas más abajo, jeje); a escribir y dibujar mi primer comic y ver cómo se quedaba a las puertas del éxito sin caer por ello en el fracaso (veremos si el 2007 empieza con ese álbum que me debe la Xunta); a hacer 2 mudanzas (cambiando incluso de país); a sacarme el maldito carnet de conducir, que ya era hora; a agujerearme las orejas y ponerme pendientes (ahí estamos, el Che Guevara y yo, compitiendo en rebeldía); a sufrir decepciones, y aprender que la confianza se gana con los años y se pierde en lo que tardas en comerte una hamburguesa; a enamorarme un poquito tres veces (el año en que me enamore mucho, ese sí que va a ser de órdago, jajaja); a comprender de una vez el valor real del dinero, del trabajo y, sobre todo, del tiempo; a dar clases a niños (si me lo dicen hace un año, me parto el pecho de risa) y aprender más de ellos que, probablemente, ellos de mí; a ver muuuuuuuuuuuchos episodios de Lost, House, Prison Break, Heroes, y hasta algunos de Buffy Cazavampiros (pero me aburrí y la dejé); a seguir leyendo comics como si fuese un yonki, pero además a estudiarlos, para descubrir qué los hace buenos y qué no, y quizás con el tiempo poder yo aplicar ese conocimiento; a conocer a Manu Larcenet (que me invitó a salchichón), a Miguelanxo Prado (que me invitó a coca-cola), a Kiko da Silva (que me invitó demasiadas veces, a ver cómo le pago no sólo eso, sino todo lo demás), y también a Pascual Ferry, Brian Azzarello, Kyle Baker, Dave Gibbons, Esad Ribic y Frederik Peeters (que no me invitaron a nada, los muy cutres, jeje); a redescubrir a Springsteen y a Calamaro (“Gracias le doy a la Virgen / gracias le doy al Señor / porque entre tanto rigor / y habiendo perdido tanto / no perdí mi amor al canto / ni mi voz como cantor”); a conocer a Sergio, que es un pequeño milagro que sonríe todo el día y si le das un par de meneos se pone a bailar como un descosido, y nos va a dar a todos millones de alegrías (y además es el niño más bonito del mundo, qué cojones); a reencontrarme con la que fue mi mejor amiga, sólo para descubrir que quizá nunca dejó de serlo (y prometo agradecérselo no sólo con canciones); a no ir nada a la playa en verano (salvo la escapadita a Ons), una auténtica novedad para mí, y bastante jodida, la verdad (quiero soooooool); a pasarme horas y horas (y horas y más horas) dándole al Photoshop; a volver a tirar pesas, que lo necesitaba casi tanto como respirar, y sentirme otra vez un “hansome” (como diría Juan, jajajaja); a disfrazarme de zombie en Halloween y reirme con Álvaro, Cristian y Ana, que iban tan chungos como yo, o más; a decir “¿Y luego?” y “Hasta siempre” con la peña de Santiago, y burlarme con Susinho de los que estudian Humanidades (con sus quesitos de Trivial); a mugirle un montón de veces a Nocciolita (y lo que te rondaré, morena); a hacerme un blog y empezar a rayarme con esto de escribir, y decidir sobre qué escribir, y borrar y editar y pensar si vale para algo o si no, o si alguien me lee, o si sólo es una muestra más de un egocentrismo que ya no sufro en silencio (al contrario que las hemorroides)…

Ha sido un año diferente, interesante y constructivo. Y acaba tan bien o mejor que como empezó, así que el próximo se promete también intenso.

A todo el mundo que estuvo cerca (no sólo físicamente) durante estos 365 días con sus correspondientes noches, quiero desearles (para variar y ser original) que lo pasen muy bien durante estas fiestas, en las que no creo, pero de las que vilmente me aprovecho, como todo hijo de vecino, que se den un par de excesos (eso que estás pensando del opio y los travestis no, degenerado) y hagan buen uso de las sonrisas, los besos y los abrazos, que hay cosas con las que no compensa ser cutres.

Feliz año a todos, gentuza. Os llevo bajo la piel.

lunes, diciembre 25, 2006

Casting

Se ve que me aburro mucho, porque me ha gustado la idea de la vida como una película y he estado dándole vueltas: si se hiciese una peli de mi vida... ¿quién me interpretaría a mí? ¿Y quién a los demás pobladores de mi universo? Barajo las primeras opciones:

Mi hermano Javi – Edward Norton


Mi padre – Ed Harris


Mi madre – Jamie Lee Curtis (seguro, seguro, no se admiten dudas)


Miguel – Adrien Brody


Ledi Luchadora – Scarlett Johansson (con el look adorable de "Lost in Translation")


Alicia – Paz Vega


Vale – Quentin Tarantino (pero actuando como Jim Carrey en “Una serie de catastróficas desdichas de Lemony Snickett", jajajaja)

(Creo que Miguel y Vale son los que menos salen ganando en la adaptación, jejeje...)

Y a partir de aquí, muchas dudas. Si alguien me lee y es tan amable, que me ayude: ¿quién créeis que podría interpretaros en una película? Y más importante aún, ¿quién podría cargar sobre sus hombros con la responsabilidad de interpretarme a mí? (Mi hermano dice que Wentworth Miller es perfecto para el papel, pero creo que me quiere demasiado, jajaja... Yo quería ser Clint Eastwood, pero me da que va a ser que no...).

Espero respuestas, ¿eh? Lo digo en serio. Y a medida que lleguen, iré tomando decisiones y actualizando el casting oficial… ¡Faltan aún muchos personajes muy importantes!

Navidad

En principio no pensaba ni mencionar el hecho de que hoy es Navidad. Para un ateo convencido como yo, el nacimiento hace 2.000 años del hijo de un carpintero a 10.000 km de mi casa se me antoja menos importante que el pedo de un violinista.

Así que me dije: vete en plan duro y no felicites a nadie, que se vean tus convicciones a tope, tu sentir anticlerical y tu repulsa hacia toda religión conocida.

Pero llego ahora (son las tantas de la mañana) a mi casa después de una pedazo de cena en el piso de mi tía, anfitriona impecable (como el estilo de García Márquez, jejeje – broma personal para mi más amiga invisible, aunque supongo que el invisible soy yo, ¿no? – ), y resulta que me pueden los buenos sentimientos y las ganas de sentirme agradecido.

Tengo pocas ocasiones, cada vez menos, de pasarlo realmente bien con mis padres.

Supongo que hay un desfase generacional inevitable. Supongo que es imposible verlos como a unos amigos (porque no me engaño, no lo son… cojones, que son mis padres). Supongo que no disfrutamos igual de las mismas cosas. Pero esta noche, después de tanto tiempo de reñir, de tirar y aflojar, de tener buenos y malos días y de enfadarme (y enfadarse) a veces sin motivo aparente (y a veces sin motivo, y punto), tuve una cena familiar perfecta, de esas de charla de sobremesa y vinito del bueno, que cuando se acaba la conversación (porque alguno de los comensales ya está un poco cocido) alguien saca una guitarra y se pone a tocar y cantar, y otro se pone al piano (sí, tengo una de esas familias funambulistas en las que hay de todo, como si fueran personajes de una novela de Mario Puzo), y se empieza con los típicos villancicos y se acaba con temas de los Beatles, Ray Charles, Adriano Celentano o Roberto Carlos. Incluso nos atrevimos con el “Something stupid” de Frank y Nancy Sinatra (que hace falta valor, ¿eh?).

Así que canté a dos voces (y a tres, y a muchas más) con mi hermano, con mi madre y con mi padre, con mi padrino y con mis tíos, y reímos e hicimos bromas, y fuimos unos irreverentes (y mi tía-abuela la del Opus tuvo que comerse los nudillos, pero que se joda, jeje), y bailamos como go-gós en el salón/comedor (incluso apareció por ahí un sombrero de cowboy, que ya sabéis el juego que da). Y, contra todo pronóstico, nada salió mal y no hubo discusiones, ni movidas, ni malos rollos, ni trapos sucios, ni puñaladas, y todo el mundo estuvo simpatiquísimo y nadie tenía otra intención que no fuera pasárselo en grande.

Y yo pensé: “joder, 2.000 años de esclavitud intelectual, de falsa moral castrante, de imposiciones estúpidas y prejuicios aberrantes… y al final, después de todo, sí hay algo por lo que alegrarse entre todo este cuento de la Navidad.”

Así que, contradiciendo todo en lo que creo: Feliz Navidad, gentuza.

¿Y si...?

¿… la vida fuese una película musical? ¿Y si al salir a la calle, si estás triste, pudieses cantar con el alma desgarrada, y los barrenderos hiciesen una perfecta coreografía a tu alrededor, y el kioskero te hiciese la segunda voz, y las señoras que van a comprar al mercado los coros? ¿Y si al estar contento, a voz en grito cantases desde la ventana de tu casa una melodía viva y enérgica, y hubiera espectáculos de luz y sonido, y la nubes bailasen al son de tus rimas? ¿Y si el amor nos regalase estrofas perfectas, y las farolas nos hiciesen de focos circenses mientras la luna enseña un rostro amable y las estrellas deshojan para nosotros margaritas que siempre dicen “me quiere”? ¿Y si al odiar, una filarmónica nos diese la razón con vientos y cuerdas y un tempo agitado, y pudiéramos convertir lo peor que llevamos dentro en algo digno de ser escuchado?


Sé que es una idea tan estúpida como improbable (¡y vaya si es improbable!), pero hay días en que sólo te apetece cantar y bailar, y que tu vida sea algo mejor que una partitura llena de silencios…

sábado, diciembre 16, 2006

A dos metros bajo tierra

Aunque unos días tarde, yo también me despido: que arda usted bien, grandísimo hijo de puta...


(Conste que es más bien una decepción que otra cosa, porque al final el cabrón se fue de rositas y no pagó por todas las brutalidades que cometió a lo largo de su vida... Me parece un insulto hacia la vida que este señor haya muerto en la cama de su casa, rodeado de médicos y enfermeras, y no en una fría prisión llena de ratas, sufriendo acoso sexual en las duchas a diario y sin morfina para paliar el dolor de sus últimos estertores...)

lunes, diciembre 11, 2006

Gramola-boy

Resulta que después de mi arrancada nostálgica hacia Miguel, un sector de las féminas lectoras se me queja de que no les dedico canciones (como si ese fuera mi cometido, o el de este blog), pero haré el esfuerzo de intentar satisfacer a mi escaso público (porque, al fin y al cabo, uno escribe para ser leído), y cuelgo aquí una nueva cancioncilla, dedicada a quien ya sabe (aunque como ya te comenté, la recordaba más apropiada de lo que ahora me parece... sea como fuere, ya imaginarás por dónde iban los tiros, jejeje...)

Nosoträsh - "Tres tristes tigres"

Tanto como amigos ya es de mañana,
fuimos definiendo la amistad de madrugada,
de madrugada,
y nos enmarcamos en oro,
todo brilla en esta habitación,
veo nuestras caras, deslumbradas.
Y la tarde ya, será otro día, un día más,
llega otra estación, pero es igual que las demás,
y la noche coge mal color:
vamos a decir que es amistad
y ¡no se hable más!
Y aunque nos sabemos los mejores,
asistimos mudos al final... del verano,
y nos decoloramos, y olvidamos todo aquel calor,
tras la puerta acechan como gatos,
todo lo perdido y todo lo encontrado.
Y la tarde ya, será otro día, un día más,
llega otra estación, pero es igual que las demás,
y la noche coge mal color:
vamos a decir que es amistad
y ¡no se hable más!

P.D. 1: Y tú, la otra, no seas tan creída, jajajaja. Ya te tocará... Hay una de Calamaro que es perfecta para ti, pero es que ahora Calamaro es artista con derechos restringidos...

P.D. 2: Gracias especiales a Mucamaluga, por su gran aportación a mi vida descubriéndome nuevos horizontes audiovisuales... (¡lo prometido es deuda!)

jueves, diciembre 07, 2006

Más nostalgias

Como dice el anuncio de Nokia, a veces escuchas una canción y te acuerdas de alguien. Ésta no tengo ni que explicarla, ¿no? Jajajaja. Al ser de quien es la letra, está sacada de oído, así que probablemente tenga un montón de fallos (o incluso me haya inventado frases...). ¡Grande Calamaro!

Andrés Calamaro - "Con abuelo" (del disco "Honestidad brutal")


Miguel
no sé por que me puse
a pensar en él
será que no tuve tiempo
para entenderlo todo
aquella vez
Miguel
poéta fértil de verdad
llegó con dos canciones
que volvió a escribir otra vez
vivir
dejaste gloria y regalaste historia
con tu compás gitano
me llevaste de la mano
a la pequeña gloria
de tocar con él, abuelo
Miguel
¿nos volveremos a ver?
es dificil saber
Miguel
habría tantas cosas que contar
que yo ni sé
sé que estuve escuchando las historias de camiones de Miguel
nunca más
volví a ver a otro como él
ni a Miguel
pechito bailarín, según el paladín
siempre al frente
temerario o valiente
un ejemplo de talento ingente
un Maradona que mezclaba todo
un chico de la calle, iluminado y salvado
con mala leche y con humor
con cierto candor
un ejemplo de lo que es vivir fuerte
Miguel
yo también soy abuelo gracias a él
Miguel
cojones, es dificil solamente
llegarte a los talones
Mike es tan libre
Miguel
como no sabría decir qué
el capitán de un barco de pirátas
y del arca de Noé
Miguel
¿a quién habrás vendido tu alma?
Miguel
¿dónde me estarás esperando
para seguir cantando?
Miguel Angel Peraltaya son diez años de alta
desde este hospital
¿que sería de mí, de aquel chaval
que nunca quiso aprender?
pero tuve la extraña y pura suerte
de estar cerca de él
Miguel
tengo que contarte como te recuerdan
todos por acá
parece que iniciaste a una generación
al rock de verdad
me lo vienen a contar los chavales
cada vez que me ven en los recitales
Mike
todavía te envidio algunos versos
como aquel de los pedazos rotos
del espejo interior
seguís siendo el himno de mi corazón
Miguel
y yo sigo un poco acá, un poco allá
intentando aprender
me tendrías que ver ahora
Miguel
te extraño suficientes veces al año
para aprender a seguir, vivir
los otros son los grises
aprendices de él
de Miguel
cojones, pareces el Brian Jones
si tenías algo que decir
lo decías dos veces
y tenía buena piña Miguel
y sabía a quién acostar
a quién regalar, a quién olvidar
y vivir
nos enseñaste a todos un poco de sentido
de la musica
del bailarín de Palermo
Miguel uh....

Series

Estoy enganchado a las series americanas.


De un tiempo a esta parte, a los productores yankis les ha dado por pensar (bastante acertadamente, creo yo) que el futuro de lo audiovisual pasa, inevitablemente, por la televisión. Será esto, supongo, porque ahora que el top manta se lía la ídem a la cabeza para hacerle la pascua a la recaudación de taquilla, los beneficios más substanciosos deben provenir de la publicidad, y de eso en la caja tonta vamos más que sobrados.

Así que, ¿para qué invertir un dineral en producir una película que mucha gente irá a ver pero que otra mucha se bajará de internet a los dos días? ¿Para qué gastarse las pelas en una edición en DVD si el 95% (este dato es totalmente inventado e improvisado) de los mortales la tendrá gratis al día siguiente en calidad DVDRip? ¿No es mejor intentar generar un producto que:

a) se siga semanalmente, con lo cual se gana una fidelidad y, sobre todo, unas estimaciones de éxito realistas, que una película en cines no tiene?


b) se obliga al espectador a, si quiere estar al día y verlo antes que nadie, sentarse a la hora H del día D en su butacón de casa y estar pendiente de la programación y no hacer zapping (porque los guionistas aprovechan para introducir terribles “cliffhangers” justo antes de los bloques publicitarios)?



c) el espectador, enamorado de los personajes y situaciones, acabará irremediablemente haciéndose con la oportuna edición en DVD, que en el caso de las series sí demuestra tener una gran salida económica (en comparativa, a quién no le parece barato pagar 50 € por 15 horas de “Lost” en vez de pagar 20 por 2 horas y media de “Superman Returns”)?


Todo esto viene a cuento porque hoy he empezado a ver ooooootra serie más, “Heroes”, que viene a ser (en principio, que sólo he visto el episodio piloto) un plagio bastante descarado a la filosofía de los comics Marvel de “super-héroes con problemas” y sobre todo del concepto mutante propio de los “X-Men”, aderezado con las teorías conspiratorias que ya son habituales en productos como “Lost” o “Prison Break”. Dicho así, casi parece que no me ha gustado, ¿qué no?



Pues no. Me ha parecido acojonante. Bien escrito, bien interpretado, técnicamente muy bien realizado, con ritmo (intensísima la primera escena de la cheer-leader, grabada con video-cámara), con algunas imágenes preciosas (el eclipse, con una BSO muy adecuada; o los japoneses haciendo gimnasia en el tejado), con unos efectos especiales que no cantan nada y con un humor muy sano (no es que tenga mucho humor, la verdad, pero ahí están las referencias a “Star Trek” o “X-Men”, dando a entender que los propios guionistas son unos frikis que rinden homenaje a sus fuentes de inspiración).

Y, sobre todo, parece un producto serio, ambicioso y hecho con respeto al espectador. Y eso, cuando se trata de super-héroes, es toda una alegría (y, desgraciadamente, una “rara avis”).

domingo, diciembre 03, 2006

¡Qué bueno es Chris Ware!

Joder, pero qué bueno es...
(Se trata de una página para el "The New Yorker" realizada por Ware, dibujante de comics con una capacidad sobrenatural para el diseño y la composición de página, y autor de esa obra maestra que es "Jimmy Corrigan: el chico más listo del mundo").

Abecedario personal: B de Blade Runner

Trascender el género, tocar el techo de lo universal, es una meta que muchos proyectos artísticos se marcan al ser alumbrados, pero que muy pocos consiguen siquiera rozar. Tomar como partida los engranajes propios de un discurso tipificado, definido y delimitado para, sin romperlos, indagar en el terreno de las reflexiones atemporales, de las grandes cuestiones que nunca serán respondidas por el hombre (y por el bien de la poca magia que aún le queda a nuestras vidas, esperemos que nadie venga a traernos la respuesta), es lo que eleva a las grandes obras de la literatura, la música, el cine o el comic a la categoría de “maestras” (una categoría que, actualmente, se otorga con demasiada celeridad).

“Blade Runner”, la película dirigida por Ridley Scott en el año 1982, es uno de los mejores ejemplos que conozco para este fenómeno. Cada vez que la veo (y ya he perdido la cuenta de cuántas veces la he visto), la cinta me ofrece una nueva pregunta, una nueva visión, una nueva reflexión.

La primera vez, hace ya unos cuantos años (yo debía tener 12 ó 13), me sentí decepcionado. Había oído hablar tanto de esta película que, al terminarla, me sentí vacío al no saber ver en ella nada más que una preciosista historia de ciencia-ficción. En un segundo visionado, tiempo después, comprendí que había sido demasiado rápido en juzgarla, que escondía mucho más. Y más tarde volví a verla. Y otra vez. Y otra. Y otra. Con el tiempo, descubrí que “Blade Runner” no se había convertido en una película mejor ante mis ojos, sino que yo me había convertido en un mejor espectador para semejante película.

Partiendo de los clichés más tópicos de dos géneros bien distintos, el género negro (o “polar”, como dicen los franceses) y la ciencia-ficción, la historia de Roy Batty y sus compañeros fugitivos (porque a estas alturas estoy convencido de que Deckard, el personaje interpretado por Harrison Ford, representa el punto de vista del espectador, pero no el del protagonista de la historia) nos dirige, sobrepasado un primer y primario nivel de lectura en clave genérica, hacia la reflexión más honda, aterradora e irresoluble a la que debe enfrentarse el ser humano (que no el hombre, y al respecto de esto el film es bastante explícito): el miedo a la muerte y el consiguiente sinsentido de la vida. Y de ello, sin embargo, surge una única idea paradójica, casi ridícula, pero tan rotunda como el monólogo final de Rutger Hauer (posiblemente, mis 30 segundos de celuloide favoritos en toda la historia del cine): lo único que tenemos es nuestra vida, y es por eso nuestra posesión más valiosa.

Podría escribir miles de renglones sobre cada uno de los infinitos detalles que pueblan esta ciudad de Los Ángeles del año 2019. Podría hablar de su brillante diseño de producción, de su cuidada ambientación asimilada de la vanguardia del comic francés de los 70 y 80 (hecha carne en el maestro de maestros, Jean Giraud/Moebius), de sus continuas y nunca gratuitas referencias a la mitología clásica (veladas bajo símbolos inapreciables, pero que ahí están, sin duda), de su retrato oscuro y lluvioso de un futuro plagado de gigantescos anuncios publicitarios alumbrados por el azul verdoso de los neones (configurando la imagen cinematográfica del futuro que todavía se mantiene como estándar en el cine de hoy en día, y a “Minority Report” o “I.A.” me remito), de una banda sonora perfecta, de una magnífica fotografía crepuscular (me gusta esta palabra, “crepuscular”), de unas interpretaciones sublimes (todos los actores están perfectos)… Incluso podría debatir eternamente sobre la gran pregunta de si Deckard es o no un replicante. Podría, pero muchos ya lo han hecho antes que yo, y no creo que pueda a estas alturas aportar nada nuevo.

Tan sólo puedo decir que, para quien esto firma, “Blade Runner” es la mejor película que jamás ha visto la luz y que, como el buen vino, cada año que pasa me gusta incluso un poco más.

(Se me astillan los dientes contra el suelo al soñar con esa edición de coleccionistas de 3 DVD’s que se planea comercializar en verano del 2007…)

sábado, diciembre 02, 2006

Adiós, pequeñajos

El pasado lunes di mi última clase como profesor del Taller de Dibujo y Comic del Centro Cívico de San Diego. Era la primera vez que era yo quien impartía una clase y no quien la recibía, por lo que no las tenía todas conmigo (no señor), pero al final creo que he salido bastante airoso (al menos ningún alumno me ha golpeado mientras su compañera lo grababa con el teléfono móvil y, a día de hoy, eso ya me parece todo un logro).

Han sido diez semanas de explicar, orientar, intentar razonar y a veces, sólo a veces, conseguir que los niños aprendiesen al tiempo que lo pasaban bien.

Según las encuestas de evaluación sobre mi persona que los pequeñajos tuvieron que cubrir el último día, todos decían estar muy satisfechos conmigo (e insatisfechos con los horarios, materiales, aulas, etc.). Y juro que nunca los amenacé con arrojarlos a la jaula del Rancor… (para el que no lo recuerde, o sea un auténtico profano de “Star Wars”, ahí tiene la imagen):



Pero ya me han dicho desde la dirección del centro que, pese a estar muy contentos conmigo, es poco posible que vuelva a impartirse otro taller de dibujo y comic en breve, pues nuevas actividades vienen pisando fuerte, y parece que la demanda se orienta más hacia cosas como la batuka o el break dance (que yo me pregunto: ¿qué tiene que ver el tocino con la velocidad?).

Como despedida, quiero hacer constar que ha sido un placer conocer a esos ocho pequeños bastardos que me han demostrado que todo es ponerse, que uno tiene mucha más paciencia de la que en un principio imaginó y, sobre todo, que a veces para entender a los mayores hay que aprender a mirarlos desde los ojos de los niños (uy, eso suena a estúpida moraleja Disney, ¿no? haced como si no lo hubiese dicho…)

Así que a Eloy, Beti, Tamara, Pablo, el capitán Jack Sparrow, Flash, Aida y Pepe (que con sólo 6 años ya tenía la mirada inteligente de un niño de 12), gracias por la experiencia y espero que algún día podamos volver a hablar de dibujos animados, de Harry Potter y (sigh) de El Canto de el Loco…

Martini con Vodka, mezclado, no agitado


Después de la descacharrante, absurda, hiper-fantasmosa (tanto que parecía una parodia) y además divertidísima “Muere otro día”, llega esta precuela en la que se narran los acontecimientos que configurarían, a posteriori, la personalidad de uno de los iconos más representativos del cine comercial (pese a haber tenido su génesis en el medio literario, de la mano de Ian Fleming): James Bond.

“Casino Royal” es un giro radical hacia un registro más seco, realista, frío y menos complaciente con el espectador palomitero al uso: sólo una explosión en todo el metraje, un final totalmente anticlimático, un argumento vertebrado no en torno a la clásica arma del juicio final (satélite espía, cabeza nuclear) sino alrededor de una partida de póker (en la que, además, no está nada claro quien va a resultar vencedor, todo un acontecimiento en una peli Bond). El guión es mucho más complejo y rico en matices (sobre todo en cuanto a los personajes) de lo que estamos acostumbrados, y la acción se muestra más física y real que nunca.

Pero (y es un pero enorme) resulta que todo el conjunto se tambalea por culpa de una elección muy desafortunada del actor protagonista. No hay duda posible: Daniel Craig no es James Bond. Si no fuera por eso, estaríamos ante una peli de acción notable, para pasar un buen rato y olvidar, claro, pero que cumpliría con su función de sano divertimento a las mil maravillas. Con Craig, sigue ofreciendo todo eso, sí, pero también la sensación de que, con otro actor, nos encontraríamos ante la mejor película Bond de toda la saga. Y de largo.

(Y por cierto, que belleza y sobre todo, atractivo sin límites, esconde la mirada de Eva Green, de la que un servidor ya tuvo a bien enamorarse en “Soñadores”, de Bernardo Bertolucci).

Telegrama desde Barna

Fin de semana en Barcelona. Dormir poco. Nocciolita y Ledi encantadoras. Jero exquisito. Mochilas de 15 kilos (la madre que las parió). Pan tumaca. Mortadelo y Ana Rosa. Putipoya (o como sea) y luego cagar 2 días color Power Ranger rosa. Tapas no, croquetas sí. Cuenta no, pagar sí. Motores, definitivamente no. Papas bravas. Reducido a mi barrio. Torres anfitrión perfecto. Todo tiene lo suyo. Sexo con amor/sexo sin amor. Muchas horas de coche. Barcelona-Terrassa-Manresa-Lleida-Manresa-Barcelona. Papas bravas. Kebab. Dormir poco. Perdidos en coche por Barcelona. Arte moderno (con algo de ARTE, también). Vale cosmopolita (¡y entrañable, negro!). Fer dijo “conejo”. Papas bravas. Pan tumaca. Ledi MC. Fiesta Rave en Plaza Catalunya. Mocasines saltarines con la piel de dos mastines. En vez de pan tumaca o kebab, pizza para cenar. Dormir poco…

(En cuanto Nocciola me pase las fotos del viaje, aquí las tendréis, a la misma bat-hora, en el mismo bat-canal…)

viernes, noviembre 24, 2006

Profundidades

Estuve ayer de visita en Pontevedra para ver la exposición que han organizado en el edificio de la Fundación CaixaGalicia sobre la película “De Profundis”, escrita, dirigida y “shit you little parrot” (cágate lorito) íntegramente ilustrada por Miguelanxo Prado, con música del compositor Nani García.

Que Prado es un monstruo ya lo sabe todo aquel que haya leído alguno de sus comics, o visto sus diseños para animación o sus ilustraciones para un montón de libros y novelas. Pero esa genialidad, que uno ya tiene asumida, siempre se supera a sí misma en el vivo y el directo, cuando uno se acerca a esos originales cargados de lirismo y no puede más que pensar: qué cabrón…



Aún no he podido ver la película, y no tengo muy claro que vaya a funcionar plenamente (es que la pintura animada… ufff… no sé, no sé…), pero lo cierto es que al menos el material del que parte es sencillamente impresionante (y la banda sonora, por lo poco que he oído, también).

Aprovechando la visita a la exposición, quedé también con la gente de Pontevedra, a la que no puedo sino confesar que añoro terriblemente, y que ojalá también me quedase otro año más de carrera allí.

(O quizás la visita era a la gente de Pontevedra, y la exposición era un añadido casual… Nunca me aclaro con mis motivaciones…)

Dibujando

Esta semana ha sido tranquila en cuanto a producción dibujera. Es decir: la semana ha sido normal pero yo he estado de un vago… Cuelgo aquí lo último que he hecho:

Un boceto a tinta (bastante guarro) de uno de los personajes de “Mute”:



Y un par de autorretratos (el primero, a tinta y color con Photoshop; el segundo, íntegramente en Photoshop y mi primer acercamiento a la tableta gráfica):

CALARTE!

Desde hace un tiempo, varios amigos de Bellas Artes (y alguna otra carrera) de Pontevedra se han montado un grupo artístico para exponer en conjunto. Son todos gente de talento, y se mueven por campos distintos (dibujo, pintura, foto, escultura…); pero sobre todo son gente de puta madre.

Tímidamente fui intentando colarme en el grupo (maquinando, maquinando…) y por fin puedo decir que me han admitido y que, sea cuando sea la próxima exposición, me han dicho que tengo un sitio entre sus obras para presentar mis amados abortillos al público. Por si alguien tiene curiosidad (que espero que así sea), aquí está el link a su fotolog: www.fotolog.com/calarte desde el que se puede ir a los fotologs individuales de los miembros del grupo.

Ilusión

Dar clases a niños cuya edad oscila entre los 6 y 11 años (y habida cuenta de que el mendas suma ya la edad suficiente para haber terminado una carrera, haber pasado una temporadita en el extranjero y llevar unos meses cucaracheando mientras busca una digna salida profesional) me devuelve a una situación que ya casi tenía olvidada: las interminables conversaciones que surgen en torno a dos temas estrechamente relacionados. A saber:

1) ¿Qué has pedido en la carta a Papá Noel/los Reyes Magos? Respuestas posibles: una mochila de Pucca; un juego de “Piratas del Caribe” (sigh); una PlayStation; el web-splasher y el todoterreno y la nave espacial y la moto de repartir pizzas de Spider-man, cada una con un inédito e inaudito (y otras palabras que empiezan por “i”) uniforme para el personaje, que no sé cómo no le da vergüenza ir por ahí con esas pintas (si fuera hijo de mi madre se iba a enterar…)

2) ¿De dónde c****** (censuro por si hay niños leyendo) sacan tiempo los interfectos para visitar todas las casas del mundo en una sola noche? Y, la pregunta que más gracia me hizo: ¿cómo sabemos que Papá Noel no sólo no es gordo, sino que no tiene un dragón que en vez de fuego escupe regalos? (No me pregunten más, yo sólo puedo decir lo que les oí comentar a mis alumnos…)

Todo esto viene a cuento para explicar lo siguiente: por mucho que los niños de hoy en día (¡aaagh, hablo como un falangista!) sean más precoces que nunca, se críen en el cinismo, la incredulidad y el estar de vuelta de todo antes de llegar a ningún lado, subyace una condición natural que los mayores, por desgracia, van olvidando tan poco a poco que no consiguen recordar en qué vaqueros se la dejaron: que el ser humano come, duerme y trabaja para vivir, pero vive para soñar.

Soñamos con conseguir un contrato como dibujante, con comprarnos un coche, con tener un niño/a y criarlo/a para que sea una buena persona, con conquistar a esa chica que nos alegra las noches en vela con el recuerdo de una sonrisa, o con no perder nunca a la chica a la que ya hemos conquistado (a veces no sé qué es más difícil, si matar al dragón o conservar el tesoro que guardaba), con volver a ver a un amigo que está lejos, con encontrar ese regalo que tanta ilusión le hará a alguien a quien queremos, con cosas tan insignificantes como que llegue el día del mes en que sale nuestro comic favorito o el estreno de esa peli o la salida de ese disco a los que tenemos echado el ojo desde hace meses…

Sea lo que sea, lo importante es tener siempre una ilusión. Porque no tenerla implica no ser más que un muerto en vida.

A veces los estrangularía a todos, pero en ocasiones esos locos bajitos son lo mejor para recordarle a uno lo que significan las palabras que de verdad importan…

Navidades adelantadas

Este año, en aras de la necesidad y cargándome todas las tradiciones habidas y por haber, he pedido a lo Reyes Magos que me adelanten mi regalo navideño, así que ya puedo disfrutar en mi casita de mi nueva tabletita grafiquita (diminutivos cariñosos) Wacom Intuos 3 A5, una maravilla de la tecnología que me permitirá, espero, ganar mucho tiempo de trabajo y una eficiencia y precisión que jamás había conocido.

La toma de contacto, como sucede habitualmente en estos casos, será más larga de lo deseado (estoy demasiado acostumbrado a usar el ratón para trabajar en el ordenador) pero por las pocas horas de vuelo que llevo, sólo puedo calificar el aparato de marras con palabras de amor, admiración, placer sexual y otras expresiones poco ortodoxas.

Vamos, que estoy enamorado de esta superficie plana y su irresistible controlador de boligráficas formas…

lunes, noviembre 20, 2006

"Mad World", de Gary Jules

Acabo de encontrarme, de forma inesperada, con una canción que me ha estremecido. Sé que suena masoquista, pero a veces hay cierta belleza en las cosas que consiguen ponernos tristes. Ese "algo" estético de la melancolía. Ese derecho que todos tenemos a sentirnos miserables durante unos segundos, aunque nuestras vidas no dejen de sonreirnos... Esta canción, que no puedo dejar de escuchar, me provoca el impulso irracional de cortarme las venas en una bañera de agua tibia y quedarme dormido suavemente, con lágrimas en los ojos. Y por mucho que en verdad me desagrade la idea, no dejo de ver cierta poesía en ello.

(Por suerte, la canción sólo dura tres minutos...)

"All around me are familiar faces
Worn out places, worn out faces
Bright and early for their daily races
Going nowhere, going nowhere
And their tears are filling up their glasses
No expression, no expression
Hide my head I want to drown my sorrow
No tomorrow, no tomorrow
And I find it kind of funny
I find it kind of sad
The dreams in which I'm dying
Are the best I've ever had
I find it hard to tell you
'Cos I find it hard to take
When people run in circles
It's a very, very mad world
Children waiting for the day they feel good
Happy Birthday, Happy Birthday
Made to feel the way that every child should
Sit and listen, sit and listen
Went to school and I was very nervous
No one knew me, no one knew me
Hello teacher tell me what's my lesson
Look right through me, look right through me
And I find it kind of funny
I find it kind of sad
The dreams in which I'm dying
Are the best I've ever had
I find it hard to tell you
'Cos I find it hard to take
When people run in circles
It's a very, very mad world
Mad world, mad world, mad world"
...
..
.
Para compensar, después pongo "I'm shipping up to Boston", de Dropkick Murphys, y vuelven a tensarse mis músculos y a fluir las endorfinas...
Ah, la música... El hombre es capaz de regalarse tanto a sí mismo...

domingo, noviembre 19, 2006

Un poco de todo... pero nada serio, oigan

Semana aburrida esta última. Mucho trabajo encerrado en mi zulo (al que diré adiós en unos días, en Diciembre estreno choza nueva en el centro de la Coru… sí, más al centro), soñando con esa Wacom que ya está al caer y con el fin de semana en Barcelona que me voy a pegar con Nocciolita, Ledi Luchadora y mi amado señor Lijón (gracias por tu comment, tío, eres lo más de lo más, lo replús). Además, me muero de envidia al ver las fotos que la gente de BB.AA. cuelga en sus fotologs sobre el viaje que acaban de hacer a London… ¡Yo también quiero ir y esuchar allí a The Clash! Tiene que ser toda una experiencia…

Así que hago como estos mini-espacios publicitarios musicales y presento una batería de noticias, reseñas y comentarios varios:

¡MÚSICA!

-Desde que los amigos de mi hermano le regalaron por su cumpleaños el “Born to Run 30th Anniversary Edition”, en mi casa no hacemos otra cosa que escuchar a Bruce Springsteen. Una maravilla de disco. Las canciones más míticas ya las conocía de siempre, pero es que el álbum entero es una joya. No me canso de oírlo. Letras, música, voz, sentimiento. Lo tiene todo. Desde ya, uno de mis discos favoritos de todos los tiempos (que no es moco de pavo).


-Mi tito Santi, el hombre Harley Davidson, me ha devuelto todos mis discos de Peter Gabriel. Guay, porque molan mil. Estoy enganchado otra vez a “The washing of the water”, del disco “Us”. Qué canción más triste, pardiez…

-Enganchado estoy también al tema “El equilibrio es imposible”, de Los Piratas. Será que cuando se acerca el reencuentro con Ledi me vienen a la cabeza sus filias y fobias… (“…en los dólmenes más altos que existen y que están cerca de aquí…”) ¡Un beso, pelirroja!

-El nuevo disco de Fito y los Fitipaldi, “Por la boca vive el pez”, flojito, flojito… Parece un Caras B (aunque me gusta esa frase de “…quiero mirar tus ojos del color de la coca-cola…”). Mi hermano fue con sus colegas al concierto que dio ayer en el Coliseum de A Coruña y se lo pasó pipa (curiosa expresión vegetal que nunca he entendido del todo). Yo ya lo había visto hace un par de años, así que me quedé con mi amigo Karras hablando de…

¡CINE!

… y de lo grandes que fueron Mario Kassar y Andrew Vajna en los 80. Como grandes eran las bandas sonoras que para sus producciones compusieron Jerry Goldsmith y Alan Silvestri.

Estrenos de cine vistos recientemente:

-“Scoop” (Woody Allen): obra menor (que claro, para otros directores sería mayor) plagada de ingenio, situaciones descacharrantes, diálogos memorables (“…son un público maravilloso y un orgullo para su raza…”) y todo lo demás que conlleva estar firmada por el genio de Nueva York (y además, yuja y re-yuja, Scarlett Johanson). Le doy un 7.

-“La Dalia Negra” (Brian de Palma): doblete de Scarlett Johanson en la cartelera, y una película tan fiel al género negro clásico que hasta creo que habría quedado mejor en blanco y negro. Le falta algo de punch y a veces resulta demasiado afectada, pero como ejercicio de nostalgia cinematográfica acierta y convence. De todos modos, no creo que pase a los anales de la historia del cine. Le pongo un 6, porque De Palma es visualmente un monstruo.

-“Borat” (Larry Charles): falso documental sobre un periodista de Kazajistán que viaja a EE.UU. para conocer las costumbres locales. Pese a que no me esperaba más que un despropósito escatológico de usar (o sea, reír), y tirar, me ha parecido un film con varias lecturas, que utiliza el humor grueso con fines socio-políticos y que permite varios niveles de disfrute distintos (impresionante, por reveladora, la escena en que el especialista americano le explica a Borat cómo funciona el sentido del humor patrio). Muy, muy bien: un 7’5

-“Infiltrados” (Martin Scorsese): lo mejor para ver ahora mismo en cine, y posiblemente una de las pelis (sino LA peli) del año. Actores en estado de gracia (impresionante trío protagonista: Leo Di Caprio, Matt Damon y Jack Nicholson), un guión demoledor y la madurez de un grande entre los grandes dirigiendo el cotarro. Huele a Oscar (si Clint Eastwood y sus dos versiones de Iwo-Jima se lo permiten, claro). Un 9 como una casa.

¡TELEVISIÓN!

Como yo de eso no consumo, tiro de DivX para verme hasta el capítulo 13 de "Prison Break", que está en un momento especialmente interesante y que mejora capítulo a capítulo. Aunque yo siempre seré fiel a "Lost"...


¡SEXO!

...


(¡Haced cábalas y conspirad si queréis, no pienso confesar nada de eso que se dice de mí por ahí!... ¡No me presionéis, no hablaré! ... Yo... Yo... ¡Sólo fue una vez y la oveja dio su consentimiento!)




¡COMICS!

Últimas lecturas, brevemente:

-Capitán América # 13 (Brubaker/Epting): me aburrooooo… Un 3.
-X-Men: Génesis Mortal #1(Brubaker/Hairshine): nada nuevo bajo el sol. Un 4.
-Nuevos Vengadores #11 (Bendis/Finch): ídem de lienzo. Un 4.
-Nighthawk (Way/Dillon): discretito y poco original. Otro 4.
-Crisis de Identidad #2 (Meltzer/Morales): divertido y engancha. Un 6.
-Ultimate Fantastic Tour #15 (Millar/Land): divertido y bonito. Otro 6.
-X-Factor #1 (David/Sook): agradable sorpresa. Un 6’5.
-Clandestine (los 8 números de Alan Davis): un comic de super-héroes bien hecho, que sólo pretende entretener sin tratar al lector como a un minusválido mental y que lo consigue. Un 6’5.

-Blanco Humano: en el nombre del padre (Milligan/Pulido/Chiang): duro, real. Magnífico. Un 8.
-The Ultimates 2 # 2 (Millar/Hitch): tremendo, como siempre. Thor mola un mazo. Un 8’5.


Nada más (aunque ahora que releo, veo que parece bastante) por esta semana. La que viene, esperemos, algo más movidita.

domingo, noviembre 12, 2006

Felices tiempos muertos

Adoro Santiago de Compostela. Supongo que será porque nunca voy por obligación, sino para desconectar. Allí está mi piso franco, mi reducto de paz alejado de las obligaciones, mi Fortaleza de la Soledad (como ésa que se montó Kal-El en el polo). Y cuando estoy en Santiago, me rasco la entrepierna hasta que me sale costra.

Pasé allí este fin de semana, y como siempre, se ha ratificado lo que ya sabía: la felicidad está en Compostela.

Dormí lo que quise, compré un montón de comics (y algunos incluso buenos, como el "Blanco Humano" de Peter Milligan y Javier Pulido o el "ClanDestine" de Alan Davis) , comí a la hora que me dio la gana, estuve con gente increíble (geniales, como siempre, Parafita y Ana, sois grandes por separado, pero juntos sois de puta madre), fui al cine (a ver "Scoop", de Woody Allen, divertidísima, muy recomendable para todo aquel que quiera echarse unas risas), salí de marcha (un poco el viernes y otro poco el sábado, dos pocos nada más) y estuve toda la noche rodeado de belleza (desbordaba, como no, Alicia; también su amiga Marta, con la que coincidí por vez primera; y que decir de Nocciolita: aún no he encontrado la palabra que pueda describir lo que susurran de ti, enamorados, los espejos) y gocé de esas conversaciones intrascendentes que llenan de alegría los anocheceres no planeados (grandes temas a debate: "la virginidad post-parto de María", "¿qué sabes tú de Bruselas?", "los 25 tipos distintos de blanco que conocen los esquimales" y "las motos inglesas tienen el cuenta en millas por hora").

Ojalá la vida fuera siempre así...

Una de nostalgias...

Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos,
van marcando mi retorno.
Son las mismas que alumbraron,
con sus pálidos reflejos,
hondas horas de dolor.
Y aunque no quise el regreso,
siempre se vuelve al primer amor.
La quieta calle donde el eco dijo:
"Tuya es su vida, tuyo es su querer",
bajo el burlón mirar de las estrellas
que con indiferencia hoy me ven volver.
Volver,
con la frente marchita,
las nieves del tiempo
platearon mi sien.
Sentir, que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra.
Vivir,
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo,
que lloro otra vez.
Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida.
Tengo miedo de las noches
que, pobladas de recuerdos,
encadenan mi soñar.
Pero el viajero que huye,
tarde o temprano detiene su andar.
Y aunque el olvido que todo lo destruye,
haya matado mi vieja ilusión,
guarda escondida una esperanza humilde,
que es toda la fortuna de mi corazón.
Volver...
...
...
...
(Lo escribió Carlos Gardel, pero hay días en que parece que es el estado de ánimo de uno mismo el que firma las canciones de otros... Yo me entiendo...)

viernes, noviembre 10, 2006

Reciclando

No exactamente, pero casi. Mientras estaba en Burdeos disfrutando de mi Erasmus (¡saludos a Francia y León!) hice un montón de esbozos y story-telling (dibujillos chorras con lo que debería ir en cada viñeta, perspectivas, movimientos, etc.) para un proyecto que lleva largo tiempo rondando por mi cerebelo. Se trata de una antología de historietas sin palabras (ni onomatopeyas ni nada) narradas únicamente con la imagen y cuyo titulo genérico sería simplemente “MUTE” (como el botoncillo del mando a distancia que le quita el volumen de golpe a la tele).

Cuando volví a España y empecé a plantearme más en serio esto de dibujar, intenté abordar el proyecto empezando por una de las historias más sencillas (en teoría) de cuantas componían el álbum. Aunque tenía algunos detalles más que decentes (sobre todo en lo narrativo), el dibujo era un desastre y el resultado no fue muy bueno.

Pero siempre creí que esa historia merecía un trato mejor. Así que esta semana, aprovechando que no tengo ninguna propuesta, ni concurso, ni nada de nada a la vista, empecé un profundo reciclaje de ideas para ver si consigo sacar el álbum de “MUTE” adelante.

Cuelgo aquí la primera viñeta de la historia de marras. Primero la original, hecha en su momento con rotulador y en blanco y negro:

Y ahora la nueva versión, primero a lápiz…


…y el resultado final (vía “Fotoshó”, of course):


Cada viñeta me lleva un buen puñado de horas (sobre todo porque aún no me he comprado la maldita tableta gráfica que tanta falta me hace, y lo tengo que hacer todo con ratón), así que no tengo ni idea de cuánto tardaré en hacer todas las páginas (una barbaridad, seguro), pero creo que el nuevo estilo funciona mucho mejor y quizás así consiga que la historia gane fuerza visual, que es de lo que se trata. Además, el nuevo diseño del personaje principal me gusta mucho más (esa gafas eran un horror…).

Habemus libris

Me han llamado de la organización del concurso GZCrea para perdirme los archivos JPEG de “Os nomes esquecidos”. Al parecer, van a publicarla en el libro que recogerá las obras ganadoras junto con otras dos finalistas seleccionadas por el jurado (entre las que se encuentra mi historia).

Me hace una ilusión increíble, porque será la primera vez que se publique algo escrito y dibujado por mí, y porque, además, es el primer trabajo serio que presento en mi vida, por lo que tengo la impresión de que no podría haber empezado con mejor pie. Bueno, quizás si me hubiera llevado algún premio en metálico, jejeje…

Qué demonios, vayamos por partes (como dijo Jack el Destripador) y cada cosa a su tiempo. Por lo de pronto, una excelente noticia.

domingo, noviembre 05, 2006

Articuleando (bonita palabreja me acabo de inventar...)

Acabo de leer el artículo de esta semana del siempre brillante Javier Marías, fulano por el que, sin conocerlo en absoluto en lo personal, siento grandes simpatías, y la clase de escritor que es capaz de decir eso mismo que tú estás pensando de aquella manera en que tú jamás serías capaz de escribirlo.

La cuestión es que el artículo trata sobre las amistades perdidas, esas que se van hundiendo en las cenagosas aguas del distanciamiento y el desembarazo, y he pensado al terminar la última línea que no deseo que eso me pase a mí, ni a la gente que conozco. Así que si podéis, echadle un vistazo al artículo de marras (en el suplemento dominical de "El País" con fecha de 5 de Noviembre), que seguro que os anima a llamar por teléfono a alguien, o a escribir un sms o un mail para decir simplemente "hola, qué tal".

Yo, por mi parte, vuelvo a saludar y desear lo mejor a todo el mundo desde aquí, y muy especialmente a mi hermano negro, de quien no tenía noticias desde hace mucho, y con el que me ha alegrado retomar el contacto. Respóndeme el mail, tío, ¡y que no decaiga!

sábado, noviembre 04, 2006

"Esto es Halloween, esto es Halloween..." (pronunciese entonando la deliciosa musiquilla de Danny Elfman)

Lo necesitaba. Después de meses sin pisar la calle con “animus nocturnus desfasandi”, ayer dejé que los espíritus del Walpurgis me poseyeran y, convenientemente ataviado tras una improvisación caída de cielo a la 1:00 a.m. (gracias a Álvaro, que nada tiene que envidiar a Mortadelo como maestro del disfraz), salí para darlo todo.

Allí estábamos Jesucristo karateka (uno de los disfraces más grotescos de los que tengo constancia), los zombis de Barcelos y la niña con herida en el cuello (a falta de una definición mejor), bailando y riendo y pasando de todo.

Casi seguro conoceréis una máxima filosófica anónima que circula por internet promulgando:

“Work like you don’t need the money,
love like you’ve never been hurt,
live like there’s no tomorrow,
dance like no one is watching”


Así fue mi Halloween y, cago en to, que bien me lo pasé.

(Quizás la parte de amar como si nunca te hubieran herido la deje para otro día en que no parezca que me hayan cocinado una pizza en la cara…)

miércoles, noviembre 01, 2006

Una página de "Treboada"

Por fin he entregado el proyecto de la serie "Treboada" a la gente de BDBanda. La persona de la revista con la que siempre trato es el dibujante Kiko da Silva, al que algunos conoceréis por sus páginas en la revista El Jueves, sus tiras para prensa o su personaje Fiz. A él le debo las toneladas de ánimo que me insufló cuando lo conocí en el Salò de Barcelona y el haberme presentado al concurso GZCrea. Es todo un profesional del que intento aprender lo máximo cada segundo que paso en su compañía, y además, por lo poco que lo conozco, creo que es una persona encantadora y siempre dispuesta a echar una mano al pringadillo que está empezando (o sea, yo).

Pero bueno, el caso es que estar en la nueva temporada de la revista va a ser casi casi imposible, pues sólo tendrán cabida unos ocho o, a lo sumo, diez historietas, y a día de hoy ya habían recibido al menos 120 propuestas.

Por mi parte, cruzaré los dedos para resultar elegido, aunque tengo muy claro que haría falta un milagro.

Por lo de pronto, cuelgo aquí la página de muestra que les entregué, junto a los diseños de personajes que ya aparecen en entradas anteriores.

La página a lápiz:



Y la página terminada:

Muse en concierto (o mejor, yo en un concierto de Muse)


Era una cuenta pendiente. Después de haberme perdido el festival rock del Xacobeo 2004 (en el que actuaron muchos muy grandes, como Iggy Pop, The Cure o Bob Dylan), ver a Muse en directo era una de esas cosas que estaban en mi lista de “hacer antes de morir”.

Soy seguidor de la banda desde “Absolution”, su tercer álbum, pero pronto me lancé a descubrir los anteriores, atrapado por un sonido diferente a todo lo que conocía (aunque algún tiempo después comprendí la gran deuda que Muse tiene hacia Radiohead), y estoy convencido de que, a día de hoy, son uno de los dos o tres grupos de rock que mejores canciones componen. Si siguen sacando álbumes al altísimo nivel de calidad al que ya han conseguido malacostumbrarme, la etiqueta de clásicos va a ser, de cara a la posteridad, inevitable.

Pero donde una banda (y, como decía el anuncio, una colonia) marca la diferencia es en las distancias cortas: el directo.

Y el de Muse, aunque no es perfecto (tiempo al tiempo), sí funciona a casi todos los niveles. Falta algo de espontaneidad y quizás 15 minutos más de espectáculo, los justos para tocar “Sunburn”, “The small print” y “Thoughts of a dying atheist”, pero también es cierto que los chicos de Teignmouth (Devon, Inglaterra) tienen un repertorio de temas caramelo profundamente adrenalínicos que arrastran, con la violencia de su distorsión y su brillante cadencia rítmica, a un público que se deja seducir con la facilidad de una ramera de Bangkok.

Porque, ante todo, Muse suena de la hostia. Tan simple como eso.

El vocalista/guitarrista/teclista y líder indiscutible de la banda, San Matthew Bellamy, es uno de esos prodigiosos super-dotados para la música al que además Dios, en su constante desprecio por la mayoría y favoritismo evidente hacia unos pocos, ha dotado de una voz tan personal como exquisita, posiblemente el mejor y más preciso de los instrumentos que sonaron la noche del 27 de Octubre en el Palacio de Deportes de Madrid.

Acabé el concierto exhausto y sudoroso, rebozado en material genético ajeno (esta frase no es mía, pero se la tomo prestada a mi amigo Álvaro, que también estuvo allí) y con una de esas sonrisas de satisfacción que sólo puede otorgarte algo tan grande como miles de personas coreando “Knights of Cydonia” al unísono, brutal fin de fiesta.



(Tachado de la lista de “cosas que hacer antes de morir”… creo que lo siguiente es escalarme un 8.000…)

sábado, octubre 21, 2006

Más diseños de personajes

Ya están los cinco diseños que voy a enviar a BDBanda para el proyecto de serie "Treboada" (el título es provisional): con todos ustedes Quentin, Ishmael, Lex, Nico y la pequeña Eva.




¡Satisfacción!

Resulta que hoy he estado en Ourense, en la exposición de las obras ganadoras del concurso GZCrea (3 posts más abajo os enteraréis del asunto al completo), y no pudo ser mayor mi sorpresa al entrar en la sala de exposiciones de la Casa da Xuventude y toparme de bruces con mi comic.

"Qué raro", pensé al principio. Y "todavía más raro" maticé al ver que no estaba expuesta ni una, ni dos, ni tres páginas, sino toda la historia. El término pasó a "super-raro" cuando vi que sólo había cinco comics expuestos, y a "mega-raro" (y también "cómo mola") al saber que era uno de los cinco finalistas y que había sido seleccionado por el jurado para ser expuesto...

Así que... oficialmente, (y redundo en el asunto) ¡ya he expuesto!

Debo decir, además, que el nivel de los otros finalistas era muy alto. Altísimo, me pareció. La obra ganadora, "Gárgolas", nos daba a todos los demás participantes sopas con onda. Aunque no sé hasta que punto es lícito o procedente que le hayan entregado el tercer premio a Alberto Vázquez, un tipo que ya ha editado un álbum con la editorial Astiberri y que es autor del cartel del Salón del Comic que enmarca la exposición... más que nada porque el concurso era para no profesionales del medio.

De todos modos, yo con lo mío estoy algo más satisfecho, y es un pequeño pero importante empujón en cuanto a mis esperanzas de futuro...

Abecedario personal: A de Amigos

Si hay algo que tengo claro, es que uno no se mide por sus estudios, ni por su dinero, ni por lo que ha construido con sus manos o con su intelecto, sino por la gente que lo quiere. No por la cantidad (que importa, sí), sino más bien por la calidad. En mi caso me considero afortunado porque nunca me ha faltado esa persona (y hablo de forma genérica) a la que llamar cuando estoy aburrido, o cuando me siento de bajón, o cuando necesito ayuda, pero también cuando tengo buenas noticias o simplemente me apetece echarme las risas, y siempre he encontrado en dicha persona una disposición inmejorable y muchos motivos para comprender que he dado mi confianza a la gente adecuada.

Posiblemente me quiera incluso más gente de la que creo (porque uno es un poco mal pensado y a veces desconfía de los buenos sentimientos ajenos), pero como no puedo hablar por los demás, me conformo con estar seguro de la gente por la que yo siento aprecio. Son muchos y con cada uno tengo una relación diferente. Algunos son colegas a los que aún no llamo amigos porque no conozco lo suficiente; otros son gente a la que quizás estuve más unido en el pasado pero, no obstante, sigo llevando siempre conmigo (y los añoro más de lo que posiblemente le reconocería a cada uno cara a cara y en privado); otros son gente por la que pondría la mano en el fuego, por la que me la jugaría sin pensarlo dos veces.

Así que (tomad aire): a Eva (de la que podría escribir hasta caer muerto de viejo, porque es mi mejor amiga, y a veces mi hermana, y a veces mi madre y a veces -muy pocas- mi hija, porque me hace sentir querido e importante, porque lleva sugus y chocolate en el bolso y a su lado nadie tiene ganas de estar triste, porque supera cualquier ficción sobre gente buena -hazte a un lado, Amelie Poulain- y además es lista y divertida, y pronto se la rifarán todas las agencias de publicidad, y nunca se cansa de regalarle sonrisas a la gente); a Álvaro (que es mi sempai, mi hermano friki, mi mano derecha y mi pierna izquierda, mi amigodivx y mi alquimista fumeta, mi hemisferio derecho del cerebro ¿o tal vez el izquierdo?, mi consejero, la voz de mi conciencia cuando ésta se pone a imitar a Stitch, y que podría convertirse en el artista más grande del siglo XXI un día de estos, siempre y cuando ya pasen de las 2 del mediodía); a Torres (al que me une una relación que no podría explicar con palabras, un amalgama de cariño y admiración, respeto y fidelidad, confianza y fe, porque además de ser su amigo, soy también su primer fan); a Miguel (que es santo y poeta, filósofo y artista, erudito, valiente, sincero y definitivamente una de las personas más nobles y buenas que hayan pisado la faz de la tierra… y con el que tengo la mejor no-foto de todos los tiempos); a Damián (que es mi amigo más antiguo, y que apostaría el cuello a que seguirá siéndolo hasta el último día, que me venía a visitar en verano cuando yo estaba encerrado dibujando y con el que he tenido algunas de las mejores conversaciones sobre música y cine que recuerdo… aunque “Heat” no le parezca tan buena); a Guille (que durmió tres años en la cama de al lado, y tengo claro que con ningún otro habría aguantado más de tres días, y con el que aprendí tanto de tantas cosas que podría decir sin miedo que en mi vida hubo un antes y un después de él); a Esteban (que me enseñó lo que es ser bueno de verdad, y que aunque no todo el mundo merezca una segunda oportunidad, siempre habrá tíos como él dispuestos a regalártela, porque sí, porque son de puta madre); a Juan (y desmiento lo que dije antes sobre la cama de al lado, porque fue un compañero de habitación increíble durante unos meses muy chungos que pasamos en Pontevedra, y además es un pedazo de pan y el tío más divertido de España y parte del extranjero, ¡que sepas que se comenta que en Malasia hay un tío más divertido que tú!); a Ledi (que va a ser muy grande y salir en los libros de historia, y que hasta cuando la odio no puedo dejar de quererla con locura, y locura es lo que ella trae siempre a mi vida); a Mon (que desde que yo era un criajo fue mi venerable maestro y que es más de mi familia que muchos que comparten mi sangre); a Noelia (que fue un poco la mami de todos en la residencia, a su lado nos sentíamos unos vagos de cuidado, y consiguió que “Estadio Azteca” de Calamaro me parezca una canción el doble de buena, porque siempre que la escucho me acuerdo de lo valiente que fue); a Alicia (que fue más que una amiga, y cuando dejó de serlo se convirtió en mucho más todavía); a las niñas de Bellas Artes: Patri, Laurita, Coral, Rosalía, Xiana, Nené y Natalia (que en sueños tocó para mí el piano), y especialmente a Tere (a la que veo menos que al cometa Halley pero, al igual que éste, siempre que se la ve pasar resplandece como llama viva sobre el techo de la noche… que viva San Froilán y te toca pensar tema); a mis compañeros de piso: Javi (llamado Osi y también Cherokee, artista integral, cocinero de prestigio y artífice de noches en vela y siestas de 7 minutos) y Vale (que “patatín-patatán” y que también “ñañaña”, y sobre todo que “me duele pero aguanto, Oh Daesu”, y que espero que todo le esté yendo de arte en Cataluña); a Figaredo (que llamo así por no confundirlo con el otro Damián, aunque también podría llamarlo Draculín y todos nos reiríamos, algunos más y otros menos, y que es uno de esos tíos a los que puedes ver el corazón resplandeciendo bajo el pecho); a Regina, Sabela, Isa, Leti, Mónica, Anita y Natividad (aunque a ésta última no le veamos nunca el pelo); a los amigos de mi hermano (Parafas y Anita, Suso y el Mendas), que conmigo ejercen “de prestao” pero me hacen sentir siempre como uno más de la pandilla; a Isma, Marta y Cris (que salieron de mi vida y no han vuelto a entrar, pero que dejaron un hondo calado, y justo es que se les reconozca… espero que nuestros caminos vuelvan a cruzarse algún día); a Viti (que es un “crack” y que me alegró la existencia en Burdeos) y de forma muy especial a Emma (que me dio más vida en seis meses que mucha gente en seis años, y que gracias a ella la expresión “rigor mortis” siempre me hace esbozar una sonrisa maliciosa)… a todos ellos y al más importante, a mi hermano Javi, el mejor sin discusión, el primer super-héroe cotidiano del mundo real y la persona a la que todos deberían parecerse para acabar con los problemas del mundo (ha dejado a Jesús y a Gandhi en unos distantes 2º y 3er puesto, respectivamente)… a todos vosotros quiero deciros que… como era esto… ah, sí, el último en salir que cierre la puerta.

Los combates cotidianos: lo que de verdad cuenta

Hace exactamente un año descubrí a Manu Larcenet. A día de hoy, es uno de los 5 ó 6 autores de comic de los que intento no perderme absolutamente nada que se publique con su firma en nuestro país. Todavía no he leído ningún trabajo suyo que no sea rematadamente bueno. Pero si tuviera que quedarme con uno solo, sin duda sería con “Los combates cotidianos”.

“Los combates cotidianos” es una colección de, en principio, cuatro álbumes. “Lo que de verdad cuenta” es el título del tercero, que hace apenas unos días acaba de publicar Norma Editorial en nuestro país (en Francia se publicó en Marzo, tan sólo un par de semanas después de que me volviese a casa tras mi Erasmus, lo cual me jodió enormemente).

He aquí una breve sinopsis de la serie (la que aparece en la contraportada del primer álbum):

“Ésta es la historia de Marco, un fotógrafo de guerra que deja a su familia para vivir solo en el campo…

Ésta es la historia de Marco, un joven que deja de trabajar, que tiene ataques de pánico, que no quiere comprometerse, que quiere a su gato más que a nada en el mundo…

Ésta es la historia de Marco, que no sabe a dónde va.”

No conviene contar más sobre su argumento, porque es una de esas colecciones que se disfrutan mucho más cuantas menos ideas preconcebidas tiene uno. Pero sí se puede hablar de sensaciones. Y es que éste es un comic de sentimientos, sí, pero sobre todo de sensaciones. Sensaciones en cuanto a los personajes, complejos como los seres humanos que son, con cientos de matices en cada mirada, cada gesto, cada frase que dicen y cada frase que no acaban. Sensaciones también en cuanto al mundo en el que habitan, el real y, como reza el título, cotidiano. No hay grandes aventuras en esta serie. No hay nada que no pueda ocurrirme a mí, o a ti, o al vecino. Conversaciones con la familia y los amigos, un paseo por el campo, una visita al médico o un viaje en coche. Esas son algunas de las escenas a las que asistimos en “Los combates cotidianos”. Pero tan bien escritas, tan bien dibujadas, que resultan sencillamente reveladoras.

Porque también el dibujo está cargado de sensaciones. El texto es sublime, pero la auténtica fuerza de la serie está en su dibujo y, sobre todo, en su increíble narrativa. Muy pocos autores dominan el silencio como Larcenet. Su composición de página (ubicación de las viñetas, tamaño y forma de éstas, manejo de los planos y perspectivas) aunque aparentemente sencilla, demuestra una precisión asombrosa, y su uso de las panorámicas me parece, quizás, sólo comparable al de Hugo Pratt en su clásico “Corto Maltés” (y quien conozca algo a Pratt sabrá que eso son palabras mayores).

Su estilo de dibujo, aparentemente caricaturesco, aparentemente sencillo, aparentemente tosco, no es en absoluto lo que aparenta. Sí es brutalmente expresivo, absolutamente personal y, definitivamente, empático. Porque, al menos para mí, resulta imposible no empatizar con esos macacos cabezones, compuestos de líneas sueltas de tinta y rellenos de colores planos que, sin embargo, me parecen más vivos que muchos otros personajes surgidos del lápiz, tinta y cientos de otras técnicas pictóricas llevadas a cabo por ilustradores o dibujantes más realistas (o canónicos, si se prefiere) y posiblemente más susceptibles de admiración por parte de la platea general, y que no obstante no logran capturar “lo que de verdad cuenta”.

Es obvio que me gustaría recomendar “Los combates cotidianos” a absolutamente todo el mundo. No importa si se ha leído mucho, poco o nada de comic. Tampoco la capacidad para entrar por el aro de tejemanejes fantásticos o historias inverosímiles (porque aquí de eso no hay, tan sólo la vida, que no me parece poco). No importa la edad que se tenga, ni la ideología política (aunque es evidente que Larcenet es un tipo de izquierdas), ni el sexo ni la religión que cada cual profese. Todo el mundo puede acercarse sin miedo a la historia personal de Marco.

Cuando le dije a mi madre, mujer trabajadora, no lectora de comics y con sus ideas grabadas a fuego (como las de la gente adulta a la que ya le empieza a ser difícil cambiar su visión de las cosas), que quería dedicarme el resto de mi vida a dibujar comics, le pedí que se leyera este “Los combates cotidianos” y “Píldoras azules” de Frederik Peeters (del que hablaré, largo y tendido también, algún día de éstos). Después de leerlos, mi madre ha seguido pidiéndome más comics para tener siempre una lectura a mano en su mesilla de noche. Para mí, eso es una prueba de fuego en toda regla…

Si Dios está realmente en las pequeñas cosas, Manu Larcenet ha hecho de mí un auténtico creyente.

viernes, octubre 20, 2006

Concurso GZCrea

Resulta que ya se han otorgado los premios GZCrea a jóvenes creadores gallegos, y que yo participaba en el apartado “Banda deseñada” (que es el equivalente gallego del término “comic”). Debo reconocer que me hice mis ilusiones respecto a llevarme algún premio o, al menos, una de las tres menciones que también se conceden a los puestos 4º, 5º y 6º. Pero, cosas de la vida, me he quedado fuera del palmarés.

Ahora que ya ha pasado el período de deliberación y que ya puedo hacer pública mi obra (hasta ahora debía guardar cierto secretismo al respecto, para, en teoría, no influir en el jurado), cuelgo aquí un par de páginas para que podáis juzgar por vosotros mismos.

Yo, pese a todo, sigo estando orgulloso del resultado.



Resta, por supuesto, echarle un ojo al trabajo de los ganadores, más que nada por curiosidad malsana (y, reconozcámoslo, envidia cochina).

domingo, octubre 15, 2006

Primeros diseños para "Treboada"

Estoy trabajando (en mis escasos ratos libres) en una propuesta para un comic para la revista BDBanda. Ya tengo una sinopsis argumental más o menos concreta, así que ahora me queda terminar los diseños de personajes y hacer una página completa para enviarla a los responsables de la revista antes del 1 de Noviembre (¡uf! va a ser matador).

Por lo de pronto, aquí os dejo los primeros diseños a lápiz de Quentin (el tigre), Ishmael (el elefante) y la capitana Lex...


Y también el aspecto que tendrá el tigre Quentin a color, que lo acabé este fin de semana antes de la fiesta de cumpleaños de mi hermano en Santiago (desde aquí aprovecho para agradecer a Nocciolita su increíble tarta de chocolate, eres mi diosa, ya lo sabes). Después de la fiesta, como era de esperar, imposible pensar en ponerme a potochopear...


Bueno, a ver si alguien se anima y me hace críticas (de las buenas y de las no tan buenas). Ya sé que los personajes tienen un tufillo muy Disney (como dijo mi hermano: "la capitana acaba de llegar de descubrir el jodío planeta del tesoro, ¿no?"), pero la serie estaría dirigida a un público juvenil y no puede haber violencia, sexo y demás cosas de esas que dan color a la vida... Así que pensé que lo mejor sería hacer una de aventuras de las de siempre, con ese toque empático (comercial) que aportan los animalillos antropomórficos...

De faunos, laberintos y posguerras


Se hizo esperar, pero por fin esta semana pude ver en el cine la nueva película de Guillermo del Toro, “El laberinto del fauno”, uno de esos proyectos que sólo por existir ya merecen la pena. Y es que poco se prodiga el género fantástico en la cinematografía patria, y mucho menos con un nivel de calidad tan alto como en este caso.

Ha tenido que venir un director y guionista mexicano a reivindicar la capacidad de crear mundos soñados sin salir de nuestras fronteras para que un descreído como yo recupere, al menos un poco, la fe en el cine hecho en casa. Porque lo cierto es que, tras el desastre (en términos cinematográficos) de “Alatriste”, pocas ganas me quedaban de esgrimir cualquier tipo de argumento en defensa de nuestra precaria industria.

No digo que “El laberinto del fauno” sea una obra maestra del séptimo arte, porque aunque visualmente es preciosa (palabra que no me gusta emplear habitualmente, porque, por alguna oscura razón que se me escapa, me hace sentir poco masculino, pero que en este caso viene como anillo al dedo) y las interpretaciones de todos los actores y actrices brillan a gran nivel, a nivel argumental no me acaba de funcionar la solución final que del Toro toma para reivindicar fantasía y realidad a partes iguales (y los que la hayan visto, supongo, comprenderán lo que quiero decir). Además, la primera imagen de la película está indudablemente de más, y alguna decisión de casting chirría bastante (estoy pensando en un actor que, aún teniendo una sola frase en toda la película, tira por tierra mi suspensión de la credulidad en un momento crucial en el que lo que uno más desea es creer de todo corazón, y no digo más para no destriparle la peli a nadie).

Pero hay mucho y muy bueno en este laberinto, como una Maribel Verdú desconocida para mí, haciendo el papel de su vida; o un diseño de producción impecable, mejor que el de muchas de las supuestas superproducciones que vienen de Hollywood; o un Álex Angulo que rebosa humanidad en cada mirada; o algunas escenas sencillamente sublimes, como toda la correspondiente a la segunda prueba, con ese ser turbador con ojos en la palma de las manos; o un dominio de la cámara que demuestra lo mucho que se ha ido puliendo con el tiempo Guillermo del Toro como director; o, sobre todo, un Sergi López inmenso, que compone uno de los mejores villanos del cine reciente, todo un símbolo de lo que una época en concreto (la posguerra española) supuso para un país que no podía permitirse creer en los cuentos de hadas, y que demuestra que, aunque no sean los que más revuelo causan, existe un grupo de actores españoles que nada tienen que envidiar a “roberdeniros” y “alpachinos” (y me vienen a la cabeza otros grandes de nuestro cine como Eduard Fernández o Javier Bardem).



Si no fuera por los defectos antes mencionados, estaríamos hablando de una película sobresaliente que, pese a todo, se queda en un merecido notable alto, y mi más rotunda recomendación para quien quiera constatar que sí, que todavía hay esperanza: el cine español no está muerto.